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La iglesia de La Porciúncula se llenó el pasado miércoles con cientos de personas que asistieron a la presentación del libro De la mort, què en penses?, obra del religioso franciscano Pere Ribot y editado por la Col·lecció Tornaveu.

En la presentación, Ribot estuvo acompañado por Gabriel Amengual, canonge de la Seu, y el oncólogo Enric Benito.

Ribot explicó a este periódico que «en el libro explico mi experiencia de la muerte. En 1971, como misionero en Perú, vi la muerte de una niña de 12 años en una barraca de paja y fango. Me impactó. Posteriormente conocí el espiritismo en Brasil y, en Guinea Ecuatrorial, la costumbre de provocarle la muerte a alguien para comerle el corazón. De manera más próxima geográfica y personalmente, también he vivido la muerte de un familiar joven en un accidente. Nunca estamos preparados para la muerte, pero hay que vivirla de una manera natural y más positiva. San Francisco llamó hermana a la muerte. Nacimiento, vida y muerte no se pueden separar».

Para Ribot, «uno muere según ha vivido. Si uno tiene la conciencia tranquila, muere tranquilo, pero, en cualquier caso, hay que morir acompañado, nunca en soledad. Quien muere tranquilo, piensa más en los que deja que en sí mismo. Hay que poder despedirse de los demás y pedir perdón».

Precisamente, el franciscano trabaja en grupos de duelo, donde se comparten ayudas y experiencias entre personas que han sufrido una pérdida cercana y otras que se preparan para la muerte próxima de un ser querido. Ribot también habla en su libro, en tono crítico, de la actual celebración de los funerales: «Poco a poco han perdido el sentido de acompañamiento y despedida. Los funerales tienen que ser personalizados, cuidando los detalles e incluso incorporando algún elemento del fallecido. Para ello, hay que contactar previamente con la familia para que explique qué le gustaría que se recordase de su ser querido».