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Hace casi 30 años que el PP balear no gobierna en un pacto, pero hace 40 años que Vox no gobierna en ningún lado, al menos en las Islas. No ha gobernado nunca y parte del aparente conflicto en el que andan metidas ahora estas dos formaciones políticas tiene que ver con esa bisoñez pactista de los dos partidos, que también padeció el primer Govern de Francesc Antich. Supongo que no hace falta detallar aquí las catastróficas consecuencias electorales para todos los miembros de aquel pacto cuando tocó pasar cuentas cuatro años después.

Todos los actores de la crisis que se ha vivido estos días en el Parlament saben que no pasará nada, que habrá acuerdo antes o después porque los dos lo necesitan y porque la opción de la ruptura llevaría a ambos al desastre. Desde esa premisa básica, lo que está pasando en el Parlament tiene más que ver con el teatro y con las apariencias que con una verdadera crisis de Govern. A esa apariencia se le llama ahora relato y quien consigue imponer el suyo es el vencedor de la disputa que, insisto, solo es aparente. Y solo es aparente porque todo quedó claro este verano.

El PP pagó un alto precio para que Marga Prohens fuera presidenta al aceptar la libertad de elección de lengua en todas las etapas educativas y dejarlo por escrito en ese pacto de investidura que le ata a Vox durante cuatro años. Ese peaje ya se pagó, pero esa es la única baza a la que se agarra Vox para hacerse valer y para intentar que su destino no sea seguir la estela de Cs en las próximas elecciones autonómicas. A fin de cuentas, Balears se han convertido en esa aldea gala de pactos, la única en la que Vox no ha entrado en el Ejecutivo.

El problema del teatro y de las apariencias, de ese relato que ahora tratan de imponer los dos partidos, es que en las batallas no hay empates y, por tanto, esta comedia acabará con un vencedor y un vencido. En unos días se anunciará un acuerdo y no hace falta ser pitonisa para decir qué pasará:habrá implantación progresiva de la libertad de elección de lengua en los colegios y eso permitirá desbloquear el Presupuesto, que ahora está atascado por la no aprobación del techo de gasto.

De esta comedia, bastante bufa, con un pacto a punto de saltar por los aires por una simple proposición no de ley, un ‘recado a la madre superiora’, que diría un histórico militante del PP, ya se conoce el final. Solo queda por resolver el misterio de cuál de los dos partidos logra imponer su relato cuando se anuncie el acuerdo. Ese habrá ganado.