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«Tenemos que revisar la cama y cambiar las sábanas. Se reproducen, se meten por las paredes…». Juan Antonio Juez es usuario de Ca l’Ardíaca, un centro del IMAS que ofrece el servicio de primera acogida para personas sin techo, desde hace más de un año. Denuncia que en su habitación, una de las cinco comunes para hombres, hay una plaga de chinches que proliferan sin que pueda hacerse mucho para erradicarlos.

Desde el IMAS lo confirman. Es habitual que, de vez en cuando, estos insectos viajeros se expandan por el centro porque su proliferación está asociada a la movilidad y Ca l’Ardíaca es una zona de mucho paso. Erradicarlos, cuentan, no es fácil.

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Ponen carpas desinfectantes donde meten las literas y le aplican el tratamiento, que pasa por pulverizar y mantenerlo a temperaturas muy altas. Para fumigar el espacio habría que desalojarlo y «hay que tener en cuenta las características del recinto», explican desde la administración insular defendiendo que la carpa insecticida es la mejor solución.

Desde Salud Pública advierten de que este caso no es excepcional y que no existe un aviso sanitario. Los encargados de las plagas en espacios públicos son los ayuntamientos y para domicilios privados cada inquilino busca una solución.

La alarma se desata tras el problema detectado en París donde los chinches han proliferado por el transporte público o zonas comunes, sin embargo, no sería un problema sanitario en Baleares.