La psicóloga Estefanía Cano. | Jaume Morey

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El modelo de familia perfecta no existe y se sabe que este concepto puede acarrear problemas en el hogar, primero porque se niegan los conflictos en el hogar. Segundo, porque puede generar aislamiento entre los propios miembros por el hecho de «no me puedo permitir no ser perfecto». Esta imagen es la que quieren romper los trabajadores del Centre d’Atenció Integral a la familia (Caif). La familia feliz imperfecta es el nombre que han escogido para iniciar una serie de módulos formativos para padres y madres alejados de esa imagen de la perfección y que estén pasando por un proceso comunicativo complicado, incluso violento, con sus hijos adolescentes. En octubre inician los módulos, que contarán ocho sesiones repartidas hasta mayo de 2024.

Detrás de esta idea hay un grupo de profesionales en el ámbito del conflicto familiar y la intervención. Estefanía Cano, psicóloga, es una de la fundadoras junto con Vanessa Albertí. Una de las partes importante de estas formaciones es que «los padres y madres recreen la situación para ver cómo se puede modificar la conducta o comunicación», apunta Cano.

El estrés es uno de la de las principales causas que provocan conflicto en el hogar. Según estas expertas, empiezan a surgir problemas en la comunicación cuando el menor tiene entre siete y 10 años. «Una típica situación es la de un padre o madre estresada, que va corriendo por todo y se obliga a estar presente. Entonces se pregunta, ¿cómo lo hago, si no puedo? Eso viene de una falta de escucha a uno misma que puede impedir una convivencia adecuada», señala. Los conflictos por las horas que pasa un adolescente en las pantallas supone un «verdadero problema que ha aumentado desde la pandemia», asegura Estefanía.

La cofundadora Vanessa Albertí y la formadoras Marga Almarcha.
La cofundadora Vanessa Albertí y la formadoras Marga Almarcha.

Gestión emocional

«Nos estamos encontrando cosas que antes no veíamos en los conflictos familiares, como llegar a violencia extrema, y es probable que tenga que ver a que piden más ayuda y se visibiliza más». Estefanía Cano añade que «se está educando a los adolescentes desde un modelo donde no se permite la gestión de las emociones, la tolerancia o la frustración», y eso, dice, también es culpa del uso incesante de las pantallas y los teléfonos. «A veces es necesario que los hijos se aburran para sacar su creatividad porque, si no, puede provocarle falta de habilidades y, por ende, problemas a la hora de comunicarse y expresarse».

En esta línea, desde Caif agregan que el concepto de la familia imperfecta «no afecta solo a entornos desestructurados, también a padres modélicos o con alto poder adquisitivo. El tema es la negación a los problemas y el no saber gestionar las emociones».