Tolo Gili el día que fue reelegido presidente del PI a finales de 2022. | P. Pellicer

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Tras la salida de sus dos presidentes, primero Jaume Font y luego Antoni Amengual, el PI ha encadenado una crisis interna tras otra hasta la debacle de las elecciones del 28 de mayo, que dejaron al partido fuera del Govern. Los regionalistas únicamente cosecharon dos escaños en el Consell de Mallorca, donde Antoni Salas, que también revalidó con mayoría absoluta como alcalde de Costitx por quinta vez consecutiva, se ha convertido en la cara más visible de la formación.

Ante esta situación, el PI prepara un proceso este otoño para reestructurase de nuevo. El próximo martes celebrarán un consejo general y el último día de este mes una jornada municipalista en la que participarán todos sus regidores. El plan se espera que culmine el 28 de octubre con una convención política en la que también habrá miembros de Coalición Canaria, que junta al Partido Nacionalista Vasco (PNV), es el modelo de éxito que el PI sueña replicar en Balears.

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Los resultados electorales dejaron claro que los votantes regionalistas no querían que Josep Melià siguiera al frente del partido, y, de hecho, desde entonces ha tenido un papel secundario. Esto, sumado a que su mano derecha y número dos a la Cámara autonómica, Xisca Mora, perdiera dos regidores en Porreres, feudo del partido, allanó el camino para que el futuro del partido pase por el liderazgo de Antoni Salas.

Si esto ocurre, sería la primera vez que la cúpula del PI estaría en manos de una persona estrechamente ligada a la figura de Maria Antònia Munar, de Unió Mallorquina, que, para más irni, un grupo de exdirigentes pretende resucitar, según avanzó este diario la semana pasada.

Este proyecto, que el presidente del PI, Tolo Gilo, duda que pueda provocar bajas entre las filas de su formación, podría desestabilizar las opciones políticas que representan el espacio regionalista mallorquín, especialmente.