Dos turistas en la Naveta des Tudons de Ciutadella. | Josep Bagur Gomila

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La fórmula menorquina ha conseguido lo que ninguna otra isla del archipiélago balear: incrementar los ingresos turísticos sin haber necesitado para ello un aumento del número de visitantes. En su conjunto, las Islas registraron hasta julio un aumento interanual del gasto turístico (12%) paralelo -e incluso por encima- al de las llegadas (9 %). Menorca, por contra, mantiene los mismos turistas de 2022 (menos de un 0,5 % de diferencia) y ha ingresado casi un 10 % más de dinero. Asimismo, es llamativa la caída del turismo alemán, que muestra una tendencia opuesta a la del resto de las Islas: su reducción roza este año el 18 % cuando la subida a nivel general del Archipiélago es del 8,4 %.

Luis Casals, presidente del grupo Minura Hotels y hasta el pasado junio de la Asociación Hotelera de Menorca (ASHOME), explica que con estas cifras, el sector «ha entrado ya en la normalización», ya que, a su juicio, el boom experimentado por la vivienda vacacional en 2021 y 2022, años marcados por la pandemia, había distorsionado el mercado. «La masificación que teníamos antes venía por estos otros sectores, con gran parte de la clientela optando por las casas vacacionales por la mayor seguridad sanitaria. Su disminución ha sido más profunda que el crecimiento estandarizado del sector hotelero». Con todo, Casals asegura que el aumento de los precios hoteleros, del 10 %, no corre parejo al de los costes, del 16 %.

Pedro Fiol, presidente de la patronal balear de agencias de viajes, AVIBA, añade otro factor como explicación. «Menorca es la isla con menos oferta de alojamiento ilegal y ahí hay una relación directa con las cifras: estas están muy distorsionadas si no hay un control real de una oferta ilegal que es muy cuantiosa en Mallorca y las Pitiüses».