Stefanie Werren y Eliecer Jiménez posan con el pequeño Luka, de poco más de una semana, y su hija mayor, Luna | M. À. Cañellas

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Un parto que duró un suspiro, la madre tumbada sobre la camisa de su marido en el césped del parking de Son Llàtzer, su hermana mayor mirando desde el coche y su padre haciendo de matrona, entre espantado y preocupado. Si no fuera suficientes, la borrasca Betty, dejó centenares de incidentes en Mallorca, y ejercía como estrella secundaria de la función. Puede parecer la secuencia de una película, pero sucedió a las 22.45 horas de la noche del 27 de agosto en este centro hospitalario. Luka quiso venir al mundo rápido, sin hacer mucho ruido y sin molestar.

Stefanie Werren es suiza, su marido, Eliecer Jiménez, de Costa Rica, pero llevan unos años viviendo en Mallorca. Aquí tuvieron a su primera hija, Luna, que nació tras doce horas de duro parto en el hospital de Inca. Por eso, cuando Stefanie empezó a notar las primeras molestias, mientras llevaban a la niña al parque, hizo caso omiso porque no quería ir al hospital por una falsa alarma y volverse a casa, como le sucedió con su primer alumbramiento: «Acaba de empezar la tormenta, se suponía que el bebé iba a nacer un par de días después y no quería ir al hospital estando como estaba la carretera. Me equivoqué».

Llegó un momento en el que se dio cuenta de que las contracciones eran cada vez más frecuentes. Eliecer metió a su mujer y a su hija en el coche y se dirigieron a su centro hospitalario de referencia, Son Llàtzer. Viven en el Arenal de Llucmajor, la distancia entre su casa y el hospital es de tan solo 14 kilómetros, unos 15 minutos en coche. Pero la borrasca Betty seguía haciendo de las suyas y tardaron una eternidad en llegar. Cuando mal aparcó su vehículo en mitad del parking, Stefanie rompió aguas «como en las películas», apostilla la madre; y cuando intentó bajar del coche, la cabeza de su hijo ya asomaba.

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Luka nació el 27 de agosto en el parking de Son Llàtzer. FOTO: M.A.CAÑELLAS

Eliecer no pudo hacer otra cosa que quitarse la camisa, porque no dejaba de pensar que el bebé se iba rebotar contra el asfalto, tumbar a su mujer en el césped y poner las manos para recoger a su recién nacido; mientras la pequeña Luna miraba boquiabierta desde el coche cómo llegaba al mundo su hermano. «La escena era tan cómica como surrealista. Nunca pensé que nos pasaría algo así», recuerda Eliecer, al tiempo que señala que, como no habían querido conocer el sexo de su bebé, descubrieron que era un niño en ese momento. Mientras, Stefanie pensaba que ella lo que que quería «era dar a luz en una bañera». Tendrá que suceder en otra ocasión.

Los gritos de auxilio llamaron la atención de los trabajadores de urgencias que, cuando llegaron hasta la pareja, el pequeño Luka ya había nacido y lloraba como un condenado. No ha sido el primer bebé nacido de esa forma en Son Llàtzer, pero fue recibido entre aplausos. Una buena noticia para el turno de noche del hospital. Stefanie y Luka pasaron tres días ingresados «al no haber sido un parto normal», pero ahora ya están en casa. Cuando Luka sea un poco más mayor, tendrán toda una anécdota que contarle.