Una clienta examina unos bolsos en un comercio del centro de Palma. | Jaume Morey

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El lapso pandémico no dejó el mercado laboral tal y como lo encontró. Tras el fin de los dos años de crisis sanitaria, la ocupación en Baleares ha sufrido una redistribución de la mano de obra en la que algunos sectores han perdido efectivos en favor de otros. Los ejemplos más evidentes de esa movilidad intersectorial están en el comercio, la agricultura y -en menor medida- la construcción, cuyo personal ha decrecido a la par que aumentaba el de la hostelería y resto de servicios.

El sector del comercio ha sido el que ha experimentado un mayor retroceso en cuanto a trabajadores ocupados, tanto en números absolutos como relativos. Según los datos del Observatori de Treball del Govern en base a la Encuesta de Población Activa (EPA), de los 90.800 trabajadores con los que contaba de media en 2019 ha pasado a los 77.400 de 2022, un 15% menos.

Antoni Gayà, presidente de la patronal del comercio AFEDECO, señala que el suyo «es un sector que está en activo los 12 meses, excepto en zonas de costa de actividad más estacional», y que eso lleva a que «en verano muchos trabajadores se vayan a la hostelería; llega el verano y los trabajadores de la temporada pasada ni siquiera repiten. Eso nos destroza la estabilidad y nos debilita en temporada alta».

Su homólogo en la patronal Pimeco, Guillem Mas, que la destrucción de negocios que conllevó el paso de la COVID-19 es un factor clave en este retroceso. «Hubo muchos cierres de comercios que hicieron mucho daño al sector». De hecho, el comercio cuenta incluso con menos afiliados a la Seguridad Social que en 2012, cuando llegaba a los 81.900. Los programas para la formación de personal cualificado son una demanda constante del comercio, que plantea además abrir el abanico de sus posibilidades para competir con las grandes plataformas del comercio on-line. «Hemos de ofrecer algo diferente», afirma Mas.

En paralelo, el descenso en el sector de la construcción no ha sido tan acentuado proporcionalmente, de menos del 3 % (de 63.700 a 62.000). Mientras, la hostelería se ha beneficiado del trasvase y ha experimentado un incremento de 9.000 trabajadores, ya que ha pasado de 96.500 a 105.500 (un 9,3 % más). El grupo estadístico designado resto de servicios -sin hostelería ni comercio- experimenta el incremento más pronunciado con 25.400 afiliados más, hasta llegar a los 302.600, una subida del 9,1 %.

Por contra, el sector agrario -que engloba agricultura, ganadería y pesca-, históricamente acostumbrado ya de por sí a la fuga de empleados a otros sectores, registró una caída del 34,5 %, pasando de 5.800 trabajadores a un total de 2.000 menos. La progresiva desaparición de explotaciones es uno de sus problemas de las últimas décadas, señala el presidente de Asaja-Balears, Joan Company. «Hay una grave falta de personal que empeora cuando buscas perfiles especializados: un pastor, ni que lo pintes; un conductor de tractor, operadores de instrumental de riego…».

En esta situación, el avance hacia la mecanización de la actividad se ha acelerado todo lo posible, afirma Company. Mecanización y seguir tirando de la mano de obra inmigrante. «Vivimos sobre todo de la mano de obra sudamericana», motivo por el que reivindica una agilización de los trámites de la Oficina de Extranjería, a fin de facilitar la llegada de trabajadores de estos países y no agravar las trabas logísticas del sector.

La falta de relevo generacional es otro mal sempiterno del campo balear, que no obstante, reúne a unas nuevas hornadas menos numerosas pero mejor formadas que sus predecesoras, según Joan Company. «Tenemos una mejora cualitativa y hemos de construir el futuro sobre ello».

La industria, con un alza del 11 % de los afiliados en el sector con respecto a 2019 (de 37.000 a 41.100), mantiene no obstante similares problemas de falta de personal, escaso relevo generacional y fuga a otros sectores. «Hay mucha oferta y competencia entre sectores y al final la gente joven cambia de puesto», indica Toni Monjo, director de la asociación empresarial de los polígonos de Son Castelló y Can Valero, ASIMA.

Las claves
  1. La industria tiene problemas para mantener a jóvenes

    La industria, con un alza del 11 % de los afiliados en el sector con respecto a 2019, mantiene no obstante similares problemas de falta de personal y fuga a otros sectores. «Hay mucha oferta y competencia entre sectores y al final la gente joven cambia de puesto», indica Joan Monjo, director de Asima.

  2. El campo: relevo generacional escaso pero mejor formado

    La falta de relevo generacional en la industria es aplicable también al campo balear, que no obstante, reúne a unas nuevas hornadas menos numerosas pero mejor formadas que sus predecesoras, según Joan Company. «Tenemos una mejora cualitiva y hemos de construir el futuro sobre ello».

  3. Comerciantes más cualificados y con mejores servicios

    Los programas para la formación de personal cualificado son una demanda constante del comercio, que plantea además abrir el abanico de sus posibilidades para competir con las grandes plataformas del comercio online. «Hemos de ofrecer algo diferente», afirma Mas.