Los docentes polacos que este jueves han visitado el CEIP Els Tamarells.

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Una treintena de docentes procedentes de Polonia han visitado este jueves el CEIP Els Tamarells de s’Arenal de Palma para conocer de primera mano cómo funciona la inmersión lingüística en este centro, donde hay alumnos de 27 nacionalidades diferentes. En los últimos años, la escuela ha acogido hijos de familias huidas da la guerra de Siria y, recientemente, de Ucrania. Actualmente tienen 14 estudiantes de este país.

«Los polacos tienen que empezar a pensar que cuando organizan una actividad, no solo tiene que haber una parte escrita, es necesario otra gráfica, con ilustraciones, para que los alumnos que hablan otra lengua lo entiendan mejor», explica el director del centro, David Nicolás. Las imágenes deben de ir acompañadas de la palabra que las defina, escrita en el idioma que deben aprender.

En el caso de Polonia, el polaco. En Baleares, la inmersión implica que esté en catalán, porque el castellano, además de darse en clase de lengua, los alumnos de otros países lo aprenden con mayor facilidad porque es el idioma dominante fuera del colegio. «Nuestros alumnos acaban su educación con las competencias en ambas lenguas, incluso saben más castellano», asegura Nicolás. También se requieren auxiliares lingüísticos de ucraniano y más personal.

Entre los docentes polacos que visitaron el colegio los hay de todas las etapas educativas, desde Infantil hasta la universidad. Todos han recibido formación de la Conselleria d’Educació. El director recuerda que en Polonia han recibido puntualmente alumnos de otros países, pero tras la invasión rusa, están escolarizando ucranianos masivamente.

Según la Agencia de Prensa Polaca, hay hasta 800.000 refugiados en edad escolar. Sin embargo, los matriculados son muchos menos porque la mayoría están siguiendo cursos en línea de escuelas de Ucrania. Otros se han trasladado a terceros países o han regresado al suyo pese a la guerra. Algunos cálculos estiman más de 200.000 ucranianos escolarizados en Polonia a finales de 2022.

«Tras las vacaciones del pasado verano, una de las alumnas ucranianas que estuvo con nosotros me explicó que se había pasado esos meses enganchada al teléfono, en permanente contacto con su familia; están aquí, pero tienen la cabeza en Ucrania. Para ellos es muy duro rehacer sus vidas en Mallorca porque ven la guerra por la televisión y saben cómo están sufriendo sus familias», comenta Nicolás.