Luis Salvador-Carulla interviene el miércoles en el Club Ultima Hora Valores. La conferencia será a las 19.30 horas en la Fundación Sa Nostra.

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Luis Salvador-Carulla, subdirector del Instituto de Investigación en Salud de la Universidad de Canberra, interviene el próximo miércoles en el Club Ultima Hora Valores. Alertará de la enorme crisis en la que están los sistemas sanitarios de todo el mundo, «sobre todo a partir de la crisis financiera y el COVID» y que les lleva a un colapso inminente. Lo que cuenta da miedo, pero matiza: «Es una llamada de atención. Cuidado, no es que esté todo perdido, es que hay un problema muy serio y no estamos siendo conscientes de esa seriedad del problema. Es un problema global de la sociedad, no solo de los políticos o los médicos».

¿A qué se debe esa crisis?
Hay múltiples factores. Uno es el aumento de la esperanza de vida, crea una problación con más cronicidad y problemas, el segundo es que el avance de las tecnologías sanitarias ha sido espectacular. Eso va asociado a mayores costes, unos costes que el sistema no se ve capaz de afrontar. La tercera es que no ha habido, a nivel mundial, una campaña de planificar los profesionales que hacían falta para dar respuesta a las nuevas demandas de la población. Cuando en los años 80 y 90 hubo una crisis de falta de pilotos y controladores aéreos. Se pusieron los medios, eso es algo que pasa en todos los ámbitos salvo en sanidad. Todo el mundo sabía que iba a haber una carencia de profesionales pero no ha habido planificación. Aunque aumenten los recursos que habían sido restringidos por las grandes crisis no hay profesionales.

¿Es un problema de falta de médicos, entonces?
Faltan médicos, faltan enfermeras, faltan profesionales altamente capacitados, con más de tres años de estudio.

¿Se disputan los países esos profesionales?
Hay una competencia mundial. Algunos países están respondiendo con programas específicos de captación de profesionales, otros, como España, no responden. Se plantea la necesidad de dotar más plazas en facultades de Medicina. La respuesta de un Consejo Interterritorial ha sido aumentar un siete por ciento. Eso es ridículo.

¿Cómo se traduce esa crisis en España?
El sistema español era de los cinco más eficientes del mundo y no éramos realmente conscientes de eso. Había una incredulidad, no solo en nuestro país sino a nivel internacional. Expertos en evaluación acudieron a España porque no se creían los datos que estábamos presentando. El problema es que un sistema muy eficiente es también muy frágil, porque utiliza de mejor manera sus recursos para conseguir los mejores resultados. Eso hace que sea muy vulnerable a los cambios. Habíamos predicho que una crisis fuerte tendría un impacto fuerte, salvo que se tomaran medidas para aumentar su robustez. Fue sorprendente que fuera capaz de soportar la pérdida de recursos ligada a la crisis de 2008. La del CVID ha hecho que nuestro sistema entre en un colapso.

¿Colapso dice?
El problema es que la gente no es consciente. Es como ante una enfermedad grave, que se ve a una persona cada día y no se es consciente de lo que está ocurriendo. En mi caso, que lo veo desde fuera, es muy evidente ese deterioro. Me dicen que estoy exagerando, pero lo veremos muy pronto. Los efectos son evidentes pero se notarán más en seis meses y un año.

¿De qué manera?
El desgaste de los profesionales, la marcha de profesionales al sistema privado, la saturación de la atención primaria, sufrirán un deterioro mayor. Nos vamos a encontrar con que el mayor tesoro de España, su sistema sanitario, lo mejor que teníamos nos lo hemos cargado. Estamos desperdiciando lo mejor que puede tener una población que es su salud.

¿Se puede hacer algo?
Para mí está en la UCI, pero uno puede salir de cuidados intensivos. El problema es querer seguir haciendo una estrategia de avestruz. Hay soluciones, pero tienen dos elementos fundamentales: reconocerlo y despolitizarlo. Tiene que ser un problema en el que es necesario adoptar pactos a nivel nacional.

¿El modelo de una sanidad universal pública y gratuita es viable?
Ese es el objetivo de la OMS para todo el mundo, debe ser accesible, universal y gratuita. El problema no es eso, es el cuánto. La accesibilidad puede tener algún tipo de restricciones, la universalidad no es una barra libre sino puntos de control. Esos factores han tenido una respuesta diferente en distintos países. Los sistemas de Australia y de España son de acceso universal. Sin embargo, en Australia hay un mecanismo fortísimo de copago y en España el 30% ocurre en el sector privado y concertado. Esos sistemas universales coexisten con atención privada o de copago en equilibrio. Cómo plantear ese equilibrio es dónde es necesario aplicar sistemas sofisticados de análisis y es lo que hacemos en estudios donde aplicamos inteligencia artificial.

¿Hay algún país al que copiar?
No hay ningún país modelo. Lo que es importante es conocer lo que está pasando en el mundo, sacar la cabeza de la arena y mirar con una actitud y una visión de qué podemos aprender de otros lugares y se puede aprender tanto de éxito como de fracasos. El fallo de los sistemas muchas veces nos enseña más.

Aquí la principal polémica sanitaria ahora tiene que ver con el catalán.
Yo he estudiado cuatro autonomías en España, pero Balears no es una de las que conozco directamente. En esto, dentro de la calidad de un sistema está responder a los pacientes en su lengua materna. El tema es cómo se hace, si ha de ser de normativa y regulación o de incentivos a los médicos.