Isabel Zhu y Cristina Ye, propietarias de un restaurante chino de Palma. | M. À. Cañellas

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En el barrio de Pere Garau, la población china vive con normalidad esta explosión de contagios de coronavirus en el gigante asiático, a pocos días de la anunciada reapertura de sus fronteras. Los residentes asiáticos en Palma esperaban que algo así sucediera, pero lo comparan con las olas que España y otros países europeos han superado a lo largo de estos casi tres años. Todavía es pronto, dicen, para suponer que este brote en China se expanda por el resto del mundo y a pesar de que algunos chinos sí van a tener precaución estos días, la mascarilla en Pere Garau ha pasado a un tercer plano. O al menos hasta que la situación empeore. Xao Li es un trabajador de una tienda de electrónica. Su familia reside en el sureste asiático y sí, afirma que todos sus allegados son positivos, pero están estables.

«China se ha abierto al mundo como el mundo quería. Pero la situación allí no es distinta a la que hemos pasado aquí», opina mientras atiende a los clientes. Su postura es clara ante la COVID-19: «Habíamos dejado las restricciones hace poco y era normal que volvieran los contagios».
Jiou Zhang va a cuidarse mucho estas semanas y, a diferencia de otros, de momento su familia en China no se ha contagiado. Para él sí ha sido una sorpresa esta explosión de casos y cree que la población ya estaba harta de tantas restricciones. «Estos positivos ya son más parecidos a una gripe, los efectos se controlarán más», apunta este trabajador de Pere Garau. Este inicio de 2023 tendría que haber sido para la comunidad china de Palma un enero de reencuentros. Estaba previsto que mucha gente volviera a China para visitar a familiares, y de hecho unos cuantos ya partieron estas semanas anteriores, antes de conocer el nuevo repunte de la COVID-19.

Lin Pei Jiang, que regenta un restaurante, no tiene tiempo este año de viajar a su ciudad, Wenzhou, al sureste del país asiático. Allí tiene tíos y primos y afirma que «están ahora todos contagiados». Lin no cree que esta ola tenga mucha repercusión a nivel mundial. «Tendrá un impacto bajo, no tan importante». Tiene conocidos chinos que sí han volado hacia allí y no regresarán hasta febrero. El Año Chino comienza el 22 de enero, así que estas fechas son clave para volar y pasar allí unas semanas. Sin embargo, la sensación en la Isla es que prefieren quedarse, de momento. Como el caso de Isabel Zhu, que regenta un restaurante asiático. Lleva más de 20 años en España pero tiene familia en China. «Este 2023 quería viajar a mi país, pero esperaré unos meses para volar», afirma. Y es que, como al resto, no le sorprende lo sucedido. «China había abierto, y esta ola de contagios se esperaba», manifiesta.