Patricia Sokolowska en Varsovia.

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Patricia Sokolowska (Polonia, 1990) no ha podido conciliar el sueño este miércoles hasta bien entrada la madrugada tras conocer que dos misiles -en un principio, aparentemente de origen ruso- habían impactado en su país, matando a dos personas. «Me puse muy nerviosa cuando lo vi por medios digitales, pero fui consciente de que tenía que tranquilizarme y esperar informaciones más fiables», declara la misma.

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Licenciada en Filología Hispánica, reside desde hace cinco años y medio en Mallorca, pero el conflicto en Ucrania lo vive de cerca. «A mis vecinos los están matando y están destruyendo su país», critica, sumamente tajante. Ambas regiones comparten lazos estrechos. Sin ir más lejos, Patricia tiene amigos ucranianos y parte de los empleados de la empresa de su padre son de allí. Desde febrero, teme por ellos e, incluso, por la seguridad de su propio país: «En Polonia somos muy conscientes de que lo peor puede pasar». En las últimas horas, tras conocerse el impacto de los misiles (finalmente, parece que ucranianos), ha hablado con su hermana, quien, desde su tierra, le ha insistido en que en esta ocasión no se ha producido un conflicto de grandes dimensiones, pero que, si ocurre, no pueden hacer nada para evitarlo. «Me ha sorprendido lo normalizado que tenemos a estas alturas este tipo de situaciones», confiesa Patricia.

La situación difiere muchísimo de la de febrero, cuando, para su sorpresa y la de la mayoría, Rusia invadió su país vecino: «Estuve llorando durante una semana». 265 días después, el conflicto continúa erizándoles la piel. Según percibe ella desde Mallorca, en Polonia predomina la tensión y el sentir de la calle se divide entre quienes temen que Rusia les acabe invadiendo a ellos también y los que confían en la seguridad que les confiere la OTAN. Pese a la abrumante situación bélica actual, Patricia apuesta por la cautela y el raciocinio: «Lo peor que podemos hacer es dejarnos llevar por el miedo».