Maite Sbert, durante la charla con este periódico. | Jaume Morey

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Maite Sbert recuerda perfectamente cuando una alumna suya de sexto de Primaria le dijo que su hermana mayor consideraba que no hacían filosofía. «Ella, en el instituto, habla de filósofos, de unos nombres que ahora no recuerdo», le comentó, y un compañero le respondió con orgullo: «Ellos hablan de quién hizo la filosofía, nosotros la usamos». Esta es una de las numerosas conversaciones que la maestra, jubilada desde hace 12 años, recupera en La flor de pedra. L’aventura de la Filosofía a l’educació (Disset Edició), que este jueves presenta en la Llibreria Quars a las 19.00 horas. El libro analiza el proyecto pionero de enseñanza filosófica del CEIP Es Pont, ubicado en el barrio palmesano de Son Gotleu. Una rara avis en el panorama educativo, pues el primer contacto de los alumnos con la filosofía no llega hasta el final de la Secundaria.

La iniciativa, puesta en marcha en 1991, surge con un claro objetivo: hacer de los niños y niñas personas reflexivas, críticas, creativas y curiosas. A raíz del movimiento impulsado por Mathew Lipman en los años sesenta en EEUU, las profesoras Eulàlia Bosch, Irene de Puig (con quien presenta el libro), Margalida Mas y Miquel Jaume Campaner adaptaron su material, compuesto por novelas, cuentos y juegos que incentivan la reflexión crítica.

«A esas edades no hacen filosofía, pero sí que pueden preparar su pensamiento para acceder a otro más filosófico», comenta Sbert. La docente, sin embargo, tiene claro que «si lo que aprendes no deriva en acción, no sirve de nada; con la filosofía intentamos comprender para luego actuar».
Los alumnos de Infantil aprenden a pensar mediante el arte, juegos y cuentos; en Primaria el programa del colegio sigue la misma línea, pero se vuelve más sofisticado. El libro de Sbert es un manual que le debía «a los maestros, los alumnos que tuve y a los que vendrán», asegura la autora.

El apunte

El placer de volver a ver a los alumnos años después

«Me he encontrado con alumnos que recuerdan las cosas que aprendieron en el colegio, pero sobre todo valoran las actitudes positivas que vieron a pesar de las vicisitudes que pudieron tener», recuerda Maite Sbert. También asegura que es «emocionante ver la cara de una persona justo en el momento en el que descubre y aprende una cosa nueva».