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Comer alimentos naturales, ecológicos y de temporada; acudir cada día al gimnasio; rechazar el azúcar y los fritos o pesar en la báscula los hidratos que se van a consumir para no pasarse. Es posible que uno se imagine, tras estos hábitos, a alguien sano, si bien pueden enmascarar un nuevo trastorno alimenticio al alza: la ortorexia. En el marco de la era de la alimentación sana, en la que el brócoli sustituye a la hamburguesa con patatas como tendencia, hay quienes, sin darse cuenta, caen en los extremos, presentando una preocupación irracional y excesiva por comer sano. «En consulta cada vez se ven más casos», sostiene Aina Sastre, psicóloga clínica, especialista en trastornos de conducta alimenticia.

La ortorexia aún no está diagnosticada como trastorno mental, pero comienza a llegar a consultas de forma significativa, a pesar de que «aún hay muy poca consciencia sobre la ortorexia», advierte Sastre, por lo que muchos pacientes no son conscientes y sus síntomas no despiertan la alarma entre sus allegados. Y es que, físicamente están totalmente sanos, pero psicológicamente es un comportamiento destructivo. Así, los principales síntomas de la ortorexia son:

  • Todo su día gira entorno a lo que van a comer. Dedica mucho tiempo a pensar en comida, en qué va a comprar y cómo va a cocinarla.
  • A la mínima en la que se come un producto altamente procesado (un helado o un croissant) aparecen sentimientos de culpabilidad, que merodean por la mente, incansablemente, durante el resto del día.
  • Acude de forma excesiva al gimnasio, en ocasiones para compensar comidas que considera copiosas.
  • Restringe su vida social porque sus amigos o familiares acuden a comer a restaurantes que tilda de poco «saludables».
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El test de Bratman

El médico estadounidense Steve Bratman, experto en este trastorno por haberlo sufrido él mismo, elaboró un cuestionario para ayudar a detectar a posibles afectados. Cuatro o cinco respuestas afirmativas evidenciarían cierto grado de obsesión.

  1. ¿Pasas más de tres horas al día pensando en tu dieta?
  2. ¿Planeas tus comidas con varios días de antelación?
  3. ¿Consideras que el valor nutritivo de una comida es más importante que el placer que te aporta?
  4. ¿Ha disminuido la calidad de tu vida a medida que aumentaba la calidad de tu dieta?
  5. ¿Sientes que te has vuelto más estricta contigo misma en los últimos tiempos?
  6. ¿Ha mejorado tu autoestima alimentándote de forma sana?
  7. ¿Has renunciado a comer alimentos que te gustaban para comer alimentos «buenos»?
  8. ¿Supone un problema tu dieta a la hora de comer fuera distanciándote de tu familia y amigos?
  9. ¿Te sientes culpable cuando te saltas tu régimen?
  10. ¿Te sientes en paz contigo misma y crees que todo está bajo control cuando comes de forma sana y previsible?

De percibir algunos de estos comportamientos, la psicóloga Aina Sastre recomienda que, debido a la falta de percepción del afectado, amigos y familiares inviten a la persona a acudir a una consulta psicológica, para que no sus conocidos, sino un experto, de forma objetiva valore si existe una problemática. Es importante la detección y tratamiento cuanto antes para prevenir que la ortorexia acabe derivando en anorexia (con síntomas parecidos, pero con una distorsión de la imagen corporal) o bulimia.