El científico mallorquín, en el Institut Pasteur de París, desde donde se ve buena parte de la ciudad, incluida la Torre Eiffel. | Carles Domènec

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Acaba de publicarse en castellano el ensayo Humanos (Ediciones Deusto), del biólogo y genetista Lluís Quintana-Murci (Palma, 1970), especialista en genética de poblaciones y profesor en el prestigioso Collège de France. El libro apareció hace un año en francés (editado por Odile Jacob) e incide en los rastros genéticos de las migraciones, las adaptaciones y los mestizajes de las personas. El científico dirige la unidad de Genética Evolutiva del Institut Pasteur en París. Desde la terraza de su despacho en la capital francesa, donde llegó después de investigar en Italia, Estados Unidos e Inglaterra, se ve buena parte de la gran ciudad, incluida la Torre Eiffel. El científico recibió en 2018 la Medalla d’Or de Balears.

¿A quién va dirigido este libro y por qué decide traducirlo ahora al castellano?

—Insistí en hacerlo porque el mercado hispano es enorme, mucho mayor que el francés. Va dirigido a dos tipos de lectores: para que un científico, no experto en genética, aprendiera cosas nuevas y, a su vez, para que cualquier persona de la calle, no científica, pudiera también aprender. Quería que cualquier lector curioso, instruido y culto pudiera disfrutar del libro.

¿Qué es lo que le hace decidir difundir lo que lleva tantos años estudiando?

—No habría podido escribir este libro hace diez años. En este tiempo, han pasado muchísimas cosas, como avances tecnológicos y nuevos descubrimientos. Como científico, mi deber no es únicamente investigar en el laboratorio. Es importante hacer accesible este conocimiento a toda la población. En parte, podemos trabajar por lo que recibimos de los fondos públicos. Lo mínimo que podía hacer es devolver a la población todo este conocimiento para que se vea que la genética de poblaciones y la evolución nos han enseñado muchas cosas básicas como los orígenes de nuestra especie, las migraciones y las adaptaciones al medio, pero también porque la genética de poblaciones tiene aplicaciones médicas extremadamente importantes.

Recorre la historia de nuestra especie y la diversidad de nuestro genoma

—Si lo tuviera que resumir con un concepto, diría que se trata de explicar la diversidad genética, que es el motor de la evolución. Sin diversidad, no hay evolución ni adaptación al medio. La diversidad, a través de las mutaciones o el mestizaje, ha sido y será el único motor de la evolución y la supervivencia.

¿Hablar de la pureza de los pueblos es entonces absurdo desde la genética?

—Exactamente, lo que mejor caracteriza la historia de nuestra especie es un mestizaje continuo. Cuando salimos de África, hace unos 60.000 años, enseguida nos mezclamos con los neandertales. Todas las poblaciones humanas de todos los continentes están mezcladas en mayor o menor medida. En Europa, somos el resultado de cuatro composiciones genéticas diferentes.

¿Han cambiado los avances tecnológicos la manera de reformular la teoría de la evolución por selección natural de Darwin?

—La teoría ya se revisitó. Darwin decía que todo era por selección natural. En los años 40, 50 y 60 se realizaron nuevas síntesis de la teoría evolutiva. Se vio que la selección natural juega un papel fundamental, pero hay una parte muy importante que es el azar. Con los nuevos avances tecnológicos, médicos en particular, esta teoría no se ha reformulado. Simplemente, en los países con acceso a este progreso, se ha cambiado la velocidad y el tipo de selección natural, pero esta sigue existiendo y seguimos evolucionando todos.

¿Cuáles son los retos actuales de la biología y la genética?

—Hay muchos. Uno de los más importantes es la aplicación factual de la medicina de precisión y genómica. Es decir, aplicar los conocimientos adquiridos y poder clasificar a la gente, en función de su genética, su forma de vida y ambiente, para proponer tratamientos terapéuticos más adaptados a cada persona. Es lo que veremos en los próximos diez años.

¿Nos están afectando a nivel genético circunstancias ambientales como el cambio climático, la industrialización o el uso masivo de la tecnología?

—Si hablamos de humanos, no tenemos aún suficiente perspectiva para evaluar cómo nos afecta. Está claro que el cambio climático está afectando mucha flora y fauna en el mundo. En los humanos, tenemos una serie de adaptaciones culturales, y nos adaptamos mejor, pero nos hemos dado cuenta de que hay que parar de abusar del ambiente y lo tenemos que respetar.

¿Tiene la ciencia ideología?

—No, de ninguna manera. La ciencia, a diferencia de la política o la religión, no es ideológica. Son las interpretaciones de la ciencia las que son ideológicas. La ciencia es neutra y cuenta empíricamente lo que vemos.

¿Se ha tenido que enfrentar a cuestiones éticas en su trabajo?

—Siempre. Al trabajar con humanos, al proponer un proyecto, hay que pasar una serie de filtros éticos y reglamentarios extremadamente estrictos. Hay que asegurarse que nuestros estudios no perjudiquen a las personas.

¿Qué hemos aprendido, desde el punto de vista de sus investigaciones, con la COVID?

—Una de las pocas cosas positivas de esta pandemia ha sido demostrar a la sociedad que la ciencia debe estar en el centro de nuestras preocupaciones. Sin la ciencia, no habríamos conseguido una vacuna en menos de un año. Lo que ha pasado es un ejemplo ilustrativo de movilización mundial que equivale en un año a diez.

¿Cómo ha cambiado su actividad en el Institut Pasteur la irrupción de la COVID?

—Ha introducido nuevas líneas de investigación en nuestro laboratorio. Estamos investigando la respuesta inmunitaria entre individuos y poblaciones humanas respecto a la COVID, de qué manera hay una variabilidad de la respuesta inmunitaria y cuáles son los factores que explican estas diferencias. Uno de nuestros grandes proyectos es intentar cuantificar la contribución relativa de la genética y otros factores hacia la COVID.

¿Cuáles son sus principales proyectos en la actualidad?

—El principal proyecto es el que acabo de comentar sobre la COVID. El segundo está ubicado en la Polinesia y trata de entender cómo la genética, el tipo de vida y otros aspectos ambientales y nutricionales han dado lugar, en ciertos casos, a cuestiones de obesidad. Hay otro proyecto en Perú, donde queremos entender cómo una determinada población de nativos americanos se ha adaptado a los patógenos del Amazonas.

¿Viviremos otra pandemia como la de la COVID?

—Estadísticamente, creo que sí. Ya hemos vivido otras pandemias, que han tenido menos incidencia o lo han hecho en países menos ricos. Una de las cosas que ha hecho avanzar mucho en la investigación de la COVID es que ha afectado a países muy desarrollados.

¿Empezó su carrera en la Universitat de les Illes Balears. ¿Qué hace falta para que acabe investigando de nuevo en Mallorca?

—Depende de los recursos financieros que permitan que pueda investigar de la manera que creo que hay que hacerlo.