Los restaurantes de Mallorca están teniendo muchos clientes este verano. | M. À. Cañellas

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Restaurantes de Mallorca han colgado este verano el cartel de lleno, pero sin récord de beneficios. Este es el resumen que hace el presidente de Mallorca CAEB Restauración, Alfonso Robledo, de la actual temporada turística en su sector. En este sentido, ha precisado que la facturación está siendo superior a la registrada en 2019, el último año antes de la pandemia de la COVID-19, pero la inflación se está comiendo las ganancias. Por ello, no se puede decir que este estío esté siendo de récord.

Robledo explica que el encarecimiento de la cesta de la compra, cifrada en un 34,7 % por Consubal, sumado a la subida del precio de la luz y de los nuevos alquileres está lastrando las cuentas de resultados de estos negocios. En el caso de los menús del día, se ha optado por modificarlos para no tener que subirlos tanto como lo han hecho la alimentación o la electricidad.

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De no ser por la inflación, los resultados serían históricos. Hay muchos restaurantes en la Isla en los que se tiene que reservar con meses de antelación. Mariona Arés, Copropietaria de BEST HOME Management, asegura que este verano están teniendo muchas dificultades para poder realizar reservas en restaurantes para sus clientes. En este sentido, pone como ejemplo que en algunos sólo se pueden realizar de forma telemática. «Tienes que estar a las 00:00 horas en punto pendiente de que abran las reservas y si te pasas unos minutos se llena y no puedes coger mesa», explica. Además, señala que conseguir una mesa de un día para otro es prácticamente imposible en los restaurantes que están más de moda. También precisa que esto contribuye a crear cierta satisfacción en el cliente cuando la consigue y a pensar que el local es mejor.

Reservar una mesa en los restaurantes de moda se ha convertido en toda una odisea por lo que en muchos de ellos ya se está pidiendo un anticipo, que normalmente oscila entre unos 30 y 60 euros por comensal, con la finalidad de garantizarse la asistencia y evitar dejar vacía una mesa que podrían ocupar otros clientes que desean hacerlo. El modus operandi consiste en retener el dinero y en el caso de que no se presenten a la cena se carga; de lo contrario sólo se cobra lo que se consuma, que siempre es superior a lo retenido.