Salvador Bonet heredó en 1994 una finca en s’Alqueria Blanca de un tío que falleció joven. Toda su vida la ha pasado en Palma y ahora se ha tenido que mudar a s’Alqueria, pero la vivienda está en mal estado y para la reforma integral calcula que se necesitan, al menos, cien mil euros. | Teresa Ayuga

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«He perdido mi barrio de siempre a los 59 años, hay que joderse. Cort no parece valorar el patrimonio humano de Ciutat. Palma no es lugar para palmesanos», dice el activista cultural Salvador Bonet, uno de los pocos ciutadans que quedan en el Casc Antic. Ha nacido y se ha criado en sa Calatrava, y en los últimos siete años cuidaba de su padre en un piso de la calle Porta de Mar número 11. Se trata de un inmueble propiedad del Patronat Municipal de l‘Habitatge, órgano dependiente del Ajuntament de Palma.

Tras fallecer su padre hace unos meses, el contrato del Patronat –que estaba a su nombre– ha llegado a su fin y Salvador Bonet tuvo que dejar la propiedad el 4 de julio y marcharse a la única vivienda que tiene. Es una finca construida en 1836 en s’Alqueria Blanca pero que no cuenta con las condiciones aptas para vivir. «Me vino de una herencia por parte de un tío a la que no quise renunciar, pero para vivir aquí y hacerla habitable se debe invertir mucho dinero», explica Salvador.

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La casa que ha tenido que dejar en sa Calatrava.

Ha intentado buscar una solución para no salir del barrio que le vio nacer. Salvador Bonet no trabaja y su única actividad la desarrolla en sa Calatrava. Organiza cada año las fiestas del barrio, prepara los campamentos de verano y «mi vida está muy implicada con la asociación de vecinos. Con 59 años, he perdido esta casa cuando he pasado toda mi vida ‘haciendo barrio’. Apenas quedamos un puñado de calatravins de raíz», lamenta. Salvador Bonet, que también es poeta, nació en    1963 en la planta baja que había en el edificio de La Sapiència, en la plaza Sant Jeroni, lo que es ahora el Seminari Major de la Iglesia de Mallorca. Su padre fue durante muchos años cocinero para el Obispado. Por eso una de las opciones que plantea para volver a sa Calatrava es que «reformen la planta baja donde nací».

El interior de la vivienda necesita una reforma integral, desde el techo hasta zonas como la cocina.

El barrio

En 1985, Salvador –hijo único– y sus padres compraron un piso en la plaza Llorenç Bisbal, después de dejar La Sapiència debido a la gran reforma que se llevó a cabo. En el antiguo barrio chino vivieron hasta que «nos expropiaron nuestro inmueble para convertir la zona en los juzgados de sa Gerreria», recuerda. Desde 1998 hasta hace diez días su familia ha estado muy presente en Porta de Mar número 11. Contaban con un contrato de renta baja, unos 200 euros mensuales. Como estaba a nombre del padre, ahora Salvador Bonet no ha tenido más remedio que desplazarse a 55 kilómetros de Palma. «Yo no tengo ingresos. He pedido al Patronat que me deje otra vivienda o que me prolongara más tiempo la estancia en este piso. Todo lo que veo por los alrededores cuesta más de 700 euros mensuales y pagando hasta seis meses por adelantado. En sa Calatrava ya no quedamos tantos locales», reflexiona. De momento, vive en unas condiciones «complicadas» en s’Alqueria Blanca. Se desplaza hasta Palma en coche a la espera de que encuentre otra opción. «Me he dado cuenta ahora de que la vida va en serio. El Ajuntament de Palma desentierra a un vecino histórico de sa Calatrava», considera el poeta.