Sastre, con una fotografía de la masiva manifestación en Palma contra el TIL de Bauzá. | Teresa Ayuga

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El docente y activista Jaume Sastre (Sant Joan, 1959) recordaba en 2014, en las primeras entrevistas tras la huelga de hambre que protagonizó en pleno conflicto educativo y social por la imposición del Tractament Integrat de Llengües (TIL) del Govern de José Ramón Bauzá, que «Gandhi hizo 17 huelgas de hambre» y él ya lleva unas cuantas a favor del catalán y la educación pública en Baleares.

En aquel relativamente lejano 2014 el activista mallorquín, miembro del sindicato UOB, de Assemblea de Docents y la plataforma Crida, estuvo cuarenta días sin ingerir alimentos en los cuales aglutinó apoyos y una repercusión mediática destacada, especialmente en los sectores más proclives al independentismo y el soberanismo, aunque no faltaron las voces que le acusaron de llevar a cabo una pantomima o una escenificación más que una verdadera huelga de hambre.

En aquel entonces Bauzá no quiso dialogar con la comunidad docente, y él abandonó su acción con una suerte de victorial moral que ya se respiraba en el ambiente desde meses atrás, con la multitudinaria e histórica manifestación en Palma, Mahón e Ibiza contra el TIL. Retomaría la huelga de hambre en febrero de 2018, esta vez de forma colectiva con otra docena de personas por los «presos polítics i retorn dels exiliats», una acción impulsada por la entidad soberanista ANC en el marco del proceso judicial contra los líderes del Procés en Cataluña, entorno al cual Sastre ha estado muy vinculado en los últimos años. No en vano es en la actualidad el representante balear en la Assemblea de Representants del Consell per la República de Carles Puigdemont.

En ese entorno soberanista a Sastre le escuchan con atención y cunde la admiración por sus acciones reivindicativas. Su condición de referente del independentismo catalán y mallorquín parte de aquella acción tan sonada de 2014, en la que los medios de comunicación radiaron prácticamente el minuto a minuto de una protesta sin precedentes en nuestro país.

La llevó a cabo en Can Gazà, el centro para marginados de la sociedad que ha impulsado en las últimas décadas Jaume Santandreu, una figura sin la cual la huelga de hambre de Sastre probablemente no hubiera podido llevarse a cabo. Hubo más colaboradores cercanos, alguno imprescindible, aunque de hecho fue Santandreu quien cerró el periodo de ayuno voluntario del docente y activista por el catalán con una cucharada de caldo de verduras. Tras unos días de recuperación de los terribles dolores de cabeza por la falta de glucosa en el organismo que la huelga de hambre le propició, Sastre se mostraba satisfecho y no descartaba volverlo a hacer.