El agotamiento pudo con los costaleros de la Cofradía de las Angustias. | Jaume Morey

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El agotamiento pudo con los costaleros de la Cofradía de las Angustias, que tuvo que retirarse antes de llegar a la iglesia del Socors. Los aproximadamente 25 costaleros que portaban el paso no tenían recambio y llevaban de procesión toda la Semana Santa. En palabras de la presidenta de la Cofradía de las Angustias, Marisa Pérez, «estaban extenuados. No podían más y hemos decidido retirarlos aunque ellos no querían». Entre lágrimas, los costaleros detenían el paso en la calle de la Galera. Han sido cinco días en los que el cuerpo ha dicho basta. «Esta decisión ha sido muy difícil pero es lo mejor», señaló Pérez.

La extenuación fue una constante este Viernes Santo, en el que se han echado en falta cofrades y, sobre todo, costaleros. La abarrotada plaza de Sant Francesc fue el escenario en el que arrancó la procesión del Sant Enterrament de Palma. A las siete de la tarde se iniciaba el recorrido en una tarde en la que reinó el buen tiempo y las ganas de volver a las celebraciones tras dos años de pandemia. La emoción estaba presente en las miles de personas que esperaban el sonido del primer redoble del tambor, a las siete y diez de la tarde.

Los pasos iniciaban su recorrido por el Casc Antic. Siguiendo el orden de antigüedad de cada cofradía, abría la comitiva Nuestra Señora de la Paz, fundada en 2008. El cortejo finalizó con la cofradía de la Cruz de Calatrava, creada en 1902, que portaban una talla del Cristo Yacente del siglo XVII.

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Tras salir de la plaza de Sant Francesc, la procesión inició su recorrido por la calle Cadena, Colom, Bosseria, Plaça d’en Coll, Galera, Corderia, Quartera, Esparteria, Mercadal, Ferreria, Sant Antoni, Socors, para acabar en la plaza Llorenç Bisbal Batle. En la iglesia de Nuestra Señora del Socors tuvo lugar la solemne ceremonia del Sant Enterrament.

Las 33 cofradías siguieron el recorrido en una Semana Santa en la que se han echado en falta un gran número de cofrades. Si en 2019 había más de 4.500, este año, tras la pandemia, se contaron unos 3.500 cofrades. Los costaleros acusaban el cansancio, el inmenso esfuerzo físico de estos últimos días y la falta de recambios para seguir portando los pasos. De hecho, algunos pasos prescindieron ayer de los agotados costaleros y pasaron a ser transportados con ruedas.

Las calles estaban repletas de personas que querían ver la procesión del Divendres Sant, tras dos años en los que los pasos aguardaron el fin de la pandemia. La espera mereció la pena, vista la expectación del público, entre los que se mezclaban fieles y turistas. El buen tiempo favoreció la presencia de los espectadores a lo largo de todo el recorrido por las calles más céntricas de la ciudad.

Pasada la medianoche, como ya es tradicional, los integrantes de la cofradía de la Cruz de la Catatrava, la más antigua de Palma, procedió a depositar la imagen del Cristo yacente en la urna que presidía el templo de la iglesia dels Socors en una ceremonia en la que estuvieron numerosos cofrades con sus correspondientes estandartes, además de un nutrido grupo de fieles.