Maria Frau, cerca del centro de salud en el que trabajaba. | Jaume Morey

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Y un día llega un gran tsunami de la nada y golpea con fuerza tu trabajo, tu rutina, tu vocación... Y son muchos los que siguen en pie, la mayoría, pero el muro de la Atención Primaria no lo aguanta todo, empieza a agrietarse. «Yo he disfrutado toda la vida de mi trabajo», explica Maria Frau (Palma, 1957). Es enfermera y, como sólo sabe quien se dedica a esto, lo lleva dentro pero ya no quiere más, se ha prejubilado. «Hemos llegado a perder el control».

Estudió ATS en Son Dureta donde se quedó trabajando en la UCI, pasó por Urgencias y tuvo cargos de gestión, entre otros ámbitos. Al convalidar su título con el de enfermería «me llamó la atención el trabajo comunitario, fuimos una generación muy reivindicativa con el cuidado del paciente desde una visión holística», recuerda. Por eso cuando se decretó la pandemia y esta labor quedó patas arriba no vio otra opción que dejarlo, «me quería ir con buen sabor de boca».

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En sus últimos meses en activo «todo era pasar pena, por nosotros y por los pacientes», explica. «De golpe olvidamos la atención comunitaria para dedicarnos a COVID. Nadie veía nada más. Se abandonó todo por lo que hemos luchado siempre en Primaria», lamenta. En esa época «pasamos a ser telefonistas, a ver urgencias que no sabías ni qué eran por la cantidad de pacientes que había, a no controlar nada». Al ser personal de riesgo por la edad, Maria Frau no tenía contacto con los pacientes, se pasó al teléfono. «Cada día llegaba a casa con sensación de no hacer nada, me agobiada al pensar qué hacíamos y cómo», recuerda.

Asegura que llegó a sentirse «decepcionada con la profesión», al verse incapaz de aplicar todo aquello para lo que estaba preparada. Y ahora, con el tiempo, está convencida de su decisión. «Mis compañeras no están mejor, tienen angustia, van a tope sin saber bien qué haces cuando a uno le gusta dominar su trabajo», habla de un servicio saturado. Reconoce que si no hubiera sido por la COVID todavía estaría trabajando. «No me arrepiento pero he echado de menos mi trabajo», dice.

La decisión no llegó de un día para otro. Frau trabajaba en la Unidad Básica del Molinar que tuvo que vaciarse para acoger la primera central COVID. «Nos fuimos al Coll, al principio no cabíamos todos y te sentías desplazado, aún así logramos hacer turnos y piña», recuerda. Pero los cambios súbitos fueron otro factor determinante. Ahora «estoy más tranquila, con mi marido también jubilado, los nietos... Pero sobre todo me voy en paz con mi profesión».

El apunte

«Será difícil recuperar todo en lo que se había avanzado»

El tiempo da perspectiva y María Frau ve que «el sistema está muy herido». La pandemia ha dejado tocada la Atención Primaria y cree que «será difícil recuperar todo en lo que habíamos avanzado». Para eso, considera que habrá que restarle importancia a la COVID y «volver a mirar otras cosas y dar más acceso al paciente. Se han cerrado muchas puertas al abrirse ésta».