El conseller Negueruela, en la reunión con CLIA y navieras en Hamburgo. | Redacción Local

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Hamburgo, ciudad portuaria por antonomasia en Alemania por historia y volumen de tráfico marítimo, ha marcado un antes y un después en las relaciones entre Govern, navieras y la patronal CLIA en relación al tráfico de cruceros en el puerto de Palma.

Estos interlocutores pactaron que a partir de enero de 2022 solamente podrán hacer escala en Palma tres buques, con las excepciones naturales para respetar la programación y comercialización ya realizada de las navieras para el próximo ejercicio.

Tres cruceros

La plataforma anticruceros y los partidos que engloban el Pacte, salvo el PSOE, afirman que el techo fijado para los cruceros en Palma es muy elevado, porque abogaban por dos cruceros al día. El Govern, CLIA y navieras consideran que el acuerdo    alcanzado en Hamburgo propicia que este sector tenga viabilidad en Palma y mantenga su competitividad respecto al resto de puertos mediterráneos, principalmente en Grecia, Turquía, Egipto e Italia. La reunión de Hamburgo fijó un mero acuerdo de buenas intenciones, ya que las competencias del puerto de Palma son estatales. El Estado es el único que puede decir cuántos buques pueden llegar y no el Govern, Consell o Cort. Sucede lo mismo con el aeropuerto, ya que AENA y Enaire determinan los ‘slots’ de las aerolíneas y las instituciones de    la Isla, así como cualquier plataforma antiturística, no tienen ni voz ni voto en ello.

Diez meses cerrados

Los puertos de las Islas estuvieron cerrados diez meses en plena pandemia, en los cuales no pudo atracar ningún crucero nacional e internacional. En junio de este año el Gobierno decidió que ya podrían venir y comenzó, de forma progresiva, a reinstaurarse la normalidad. A partir de aquí volvieron de nuevo a salir a la palestra los intereses contrapuestos entre todas las partes implicadas con los cruceros.

Sostenibilidad

El criterio fijado por el Govern y navieras es que ya nunca podrán llegar a Palma cinco y hasta seis cruceros como en años previos a la pandemia, que eran los que provocaban serios problemas de saturación en el Casc Antic de Palma al pasear por sus calles miles y miles de cruceristas. Estas cifras pasarán a la historia porque la patronal de las navieras CLIA tiene asumido que Palma es uno de los puertos más demandados en el Mediterráneo para este sector turístico e interesa mantener cuota de mercado y actividad empresarial y económica a toda costa. Puertos del Estado mantiene silencio y ve con cierto recelo el acuerdo alcanzado en Hamburgo, por entender que no se ha contado con ellos y que se han vulnerado sus competencias por una decisión puramente política local.

Megacruceros

El no a los megacruceros es entendible en una coyuntura donde la sostenibilidad es el objetivo en todos los sectores turísticos. CLIA ha logrado imponer su criterio y que el Govern autorice que de los tres cruceros permitidos cada día a partir de enero de 2022, uno de ellos sea un megacrucero con una capacidad máxima de 5.000 personas. Lo curioso del caso es que son, precisamente, los megacruceros lo que disponen de todos los avances tecnológicos e innovación para reducir sus emisiones y niveles de contaminación. Los ecologistas los ponen en tela de juicio y esperan a los informes que CLIA se ha comprometido a entregar al Govern en materia de impacto ambiental.

APB

La Autoritat Portuària de Balears (APB) se ha convertido en un convidado de piedra en esta historia. Veremos qué decide, si lo hace, Puertos del Estado.