Cristina Escandell estuvo dos noches sin cama por la saturación de Urgencias.

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Cristina Escandell acudió el pasado domingo 4 de julio a Urgencias de Son Espases por una gastroenteritis aguda con alto grado de deshidratación. Tras siete horas de espera para ver los resultados de una PCR, la llevaron a una sala donde pasó las siguientes dos noches con otros 20 pacientes, todos negativos, debido al reiterado colapso hospitalario.

Cuando al fin la subieron a una habitación, a las cinco de la mañana le ingresaron una compañera con sus mismos síntomas. Sin embargo, «sobre las 10 viene su enfermera y le comenta textualmente: hola, como todavía no sabemos el resultado de tu PCR, por favor vuelve a ponerte la mascarilla», relata.

Habían subido a una paciente sin tener el resultado negativo de la PCR. «Ella me comentó que todas las sospechas de COVID-19 quedan en Urgencias y me dijo que no me preocupase, que seguro que saldría negativo», explica. Pero dos horas después, cuando el médico le daba el alta, a Cristina Escandell le pedían confinarse en casa. «Me dijo que hubo un fallo en la cadena».

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Su compañera de habitación era positivo, «por lo que además de anunciarme el alta, también me anuncia mi aislamiento domiciliario fruto del error, desorganización y nefasta gestión por parte del Hospital Son Espases, poniendo de esta manera en riesgo mi integridad física», advierte.

Escandell se pasó el fin de semana confinada en casa y la perspectiva era estarlo una semana más, pero este lunes llegaron buenas noticias. «Me han llamado para decirme que, tras más pruebas, mi compañera era un falso positivo y finalmente este martes podré volver al trabajo», comentaba aliviada.

Cristina tiene 18 años y un primer contrato de esteticista. Inmersa en este «fallo de organización» se mostró «indignada y enfadada». El fallo, dijo, «no es de mi doctor, ni de la enfermera, si tenemos que culpar a alguien de verdad culparemos al Gobierno por obligar a los profesionales a trabajar más de la cuenta y terminar agotados».