Imagen de Armando Pomar.

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Veterano periodista de RTVE y ahora doctor universitario en la UIB, Armando Pomar (Palma, 1958) presenta hoy en el Centre de Cultura Sa Nostra, de la mano del Cercle d’Economia, su tesis Sobreocupación turística y turismofobia en Palma, que obtuvo la calificación de sobresaliente cum laude.

¿Por qué se decidió a analizar la turismofobia?
— Me interesa mucho la relación entre los medios de comunicación y el turismo. Una mala noticia que puede ser cierta, como los mamading o los botellones, puede afectar al turista que viene, darle una mala imagen y provocar un descenso de la demanda. Quería analizar si todo esto está perjudicando la llegada turismo. Siempre sabes dónde empiezas una tesis pero nunca dónde acabas.

Su tesis se presenta justo después de una temporada terrible.
— En 2017 fue el momento en el que la turismofobia se puso de actualidad y fue calificada como la palabra del año. Los organismos turísticos internacionales estaban preocupados por acciones de residentes. En la prensa dijimos que era turismofobia. Las conclusiones a las que he llegado son que los únicos dos actos que se pueden calificar de turismofóbicos, aunque el uso de esta palabra es incorrecta, son las del grupo juvenil de Arran en el puerto de Palma y por los daños a varios coches de alquiler. Será el primer caso de turismofobia que se juzgará.

¿Por qué lo hicieron?
— Los representantes de Arran en ningún momento se autocalificaban como turismofóbicos. No estaban en contra de turismo, sino de que el turismo no les ayudaba a desarrollar su vida. Decían que no había puestos de trabajo bien pagados y provocaban muchos problemas a los vecinos. Al hacer esta tesis, no hay nadie en Balears que me dijese que estaba en contra del turismo.

Si no hay turismofobia, ¿qué está ocurriendo con esa masa crítica?
— Todo el mundo está en contra del turismo que llamamos incívico, de borrachera. Ese turismo que hace años que padecemos en Magaluf, la Platja de Palma y Sant Antoni de Portmany. Todo el movimiento en contra se produce porque no se quiere ese turismo. Incluso el propio sector turístico.

¿Sobran turistas?
— No sobran, pero hay dos millones de turistas que forman parte de este turismo que nadie quiere. Otra discusión es que tengan o no derecho a venir a Mallorca.

¿Qué propone para revertir ese turismo?
— Propongo un cambio de paradigma: que el sector que ha dependido siempre de la demanda sea ahora el creador de la oferta. Tenemos que decirle al mundo que Mallorca es un destino turístico de calidad. Hay un destino para el turista romántico, de familia y el de calidad o premium.

Ahora mismo estamos preocupados por los efectos de este turismo. ¿Cambiamos con el virus?
— Por primera vez, la Administración pública y sector privado turístico y complementario están de acuerdo en aplicar medidas que van a limitar la llegada de turistas y su movilidad cuando están aquí. Antes discutían por la ecotasa, ahora nos hemos dado cuenta de que, sin turismo, esto se hunde de verdad.

Hay empresarios que incumplen las normas.
— En Magaluf me dicen que la actitud de algunos es absolutamente negativa para el negocio y los propios empresarios reconocen que el de al lado, el que no cumple, debería salirse de la oferta.

¿Qué ocurre en Palma?
— Palma es la gran ciudad macrocefálica que absorbe toda la demanda turística. Todo el mundo quiere pasar por aquí y lo que pasa es que ya no se cabe.