Encarnación González y Aurelio Belmonte, en su casa, con su hijo de vuelta. | Pere Bota

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«Todos lo podemos pasar mal, todos podemos cometer errores, pero hay que decir la verdad y dejar que te ayuden, porque sino no avanzas». Encarnación González y Aurelio Belmonte recuperaron la custodia de su hijo el pasado 15 de octubre. El Institut Mallorquí d’Afers Socials se la retiró en 2018 tras verificar una situación de desestructuración familiar. «Nos dijeron que teníamos dos años para hacer y cumplir un plan de trabajo», cuentan ahora. Y desde entonces ha sido una carrera, no siempre sencilla, pero sí con un final feliz que se animan a contar.

«Si lo hubiéramos hecho antes a lo mejor en vez de tres años hubiera sido uno», dicen ahora. Y es que ha sido una época «muy fuerte».

Todo empezó cuando Encarnación González sufrió un accidente laboral en 2015 con graves secuelas. Llegaron los problemas económicos y una fuerte depresión. «Tenía un niño pequeño y me fui apartando de él. Empezaron las peleas, la mala convivencia, y poníamos al niño de escudo», reconoce, mientras le coge de la mano.

La familia se desestructuró, «no queríamos que sufriera y era el que sufría más porque estaba en medio», dice ahora.

Ha tenido que pasar una separación, varias terapias y la ayuda de psicólogos para verlo con claridad. Su hijo pasó al centro de menores tutelados Padre Montalvo mientras Encarnación y Aurelio luchaban para recuperarlo llamando incluso a abogados. Sin embargo hasta que no aceptaron que tenían un problema, no llegó el principio del fin.

«Fue en el IMAS, tuvimos una reunión con su referente y me derrumbé, le dije: tienes razón, lo hemos hecho, no lo hemos reconocido hasta ahora porque no lo queremos perder». Y así se abrieron las puertas de una posible vuelta a casa.

Con el tiempo las visitas que al principio eran de una hora en el IMAS, se fueron intensificando. «Nos dejaron ir a verlo al centro, empezó a salir con sus abuelos y... En Padre Montalvo han sido muy humanos y nos dejaron hacer nuestro papel de padres», confiesan.

En febrero de 2020 les dieron la noticia de que podía volver, pero con la pandemia y un confinamiento por delante el reencuentro no se produjo hasta octubre. A todos los que pasan por una situación similar les lanzan un mensaje: «que no dejen de luchar por sus hijos».

«Yo ahora estoy perfecto, muy contento», reconoce el menor mientras le da un abrazo a cada uno de sus progenitores.