Juan Antonio March. | Jaume Morey

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Juan Antonio March (Barcelona, 1958), diplomático y escritor, fue embajador de España en Rusia o en Naciones Unidas en Ginebra, donde impulsó la intervención del artista Miquel Barceló en la Sala del Consejo de los Derechos Humanos. Ahora publica una novela, ‘Momentum, en el umbral del nuevo mundo’, que, a pesar de la que está cayendo, presenta un futuro esperanzador para la humanidad, que según cree, está en las puertas de una nueva era.

¿Qué explica en la novela?
— Más que una ficción es un libro de la realidad futura, del mundo que puede ser. Se titula en el umbral porque es algo que hay que cruzar, para lo que debemos de dar un paso. En el libro primero recuerdo quince lugares maravillosos que tiene el planeta, quiero llamar la atención sobre lo que ha creado el hombre. Debemos entrar en cosas más prácticas que en divisiones. Además abordo todo lo que puede cambiar el mundo por el impacto de la inteligencia artificial. Parte de la idea de que entremos en la era de la inteligencia.

¿En qué consiste ese cambio?
— A principios del siglo XX lo que hacía un trabajador textil era básicamente mover los brazos en un telar. Donde había mil trabajadores en esa fábrica, ahora hay más tecnología y empleados que básicamente hacen un trabajo creativo. La portada del libro es un iris, porque el de cada ser humano es único. Hay 7.500 millones de iris con combinaciones diferentes en el mundo. De la misma manera, la capacidad creativa es exponencial. Podemos entrar en la fase de liberar ese talento.

Es optimista para la que está cayendo ahora mismo.
— La situación actual creo que puede traernos dos cosas positivas. Una que la pandemia no ha conocido los límites artificiales que nos creamos: ha afectado por igual a todas las razas y no ha tenido fronteras. Pone de manifiesto que hay que reorganizar el mundo. Luego, el virus ha demostrado que en la sociedad actual una guerra es inviable. Si ha tenido esa capacidad para desorganizarlo todo con la sanidad y los servicios públicos funcionando, no es posible afrontar un evento mucho más desorganizador como un conflicto bélico. Es una vacuna. El objetivo ahora es una tercera generación de organismos internacionales que suceda a los que surgieron tras la primera y la segunda guerra mundial, no es tan difícil.

¿Las actuales instituciones, como la ONU entonces están desfasadas?
— No, creo que es necesaria una evolución, pero sirven para ese objetivo. Hay que depurarlas pero son vehículos para el cambio.

¿Plantea un gobierno mundial?
— Yo creo que sí, no se trata de dar una mayor dimensión a lo que ya existe. Sería necesario un cuerpo de normas que sea respetado en todo el mundo y que luego, a nivel local, cada territorio pueda adaptarlo según sus necesidades. Hemos de innovar en cómo organizamos el mundo.

¿Lo ve posible cuando la pandemia parece agudizar tensiones ?
— No todo es blanco o negro. El mensaje que tenía Donald Trump era muy negativo. Hacer grande a América de nuevo era algo que llevaba al enfrentamiento. Ahora la administración Biden va a volver a una idea multilateral. La pandemia no va a crear tanto bloques como a suponer un llamamiento a que se lleven a cabo pactos globales. China y Estados Unidos no son poderes invasivos y el tercer gran actor, la Unión Europea, tiene que asentarse. Entre tanto hay que buscar diálogos amplios.

En su anterior libro repasaba líderes que había conocido, ¿con quién se quedaría para gestionar la pandemia?
— Me parece que Bill Clinton fue un gran líder que, sin hacer mucho ruido, permitía que fluyeran iniciativas. Era un hombre con mucho humanismo que facultaba que surgieran soluciones. En la actual pandemia la clave es identificar a quién está infectado y quién no y para eso ha faltado método.