De la finca original del siglo XII se mantiene la Torre, epicentro de una ‘possessió’ que luego dio el nombre a la barriada de Son Armadans. La familia quedó extinguida. | INMONEIZAN

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Cinco habitaciones, 350 metros cuadrados construidos, gran salón con chimenea, calabozo, jardín privado de 130 metros cuadrados y además, acceso a un jardín compartido de 500 metros cuadrados. En pleno barrio de Son Armadans, este anuncio inmobiliario apenas llama la atención, sino fuera porque se trata de la Torre de Son Armadans. Es el último retazo de la possessió que dio nombre a esta emblemática barriada y que fue regalo del rey Jaime I a la familia Armadams en el siglo XIII.

La Torre de Observación cuelga el cartel de ‘Se vende’ y se cotiza a 2,48 millones de euros. El agente inmobiliario Alain Tamellini, de InmoNeizan, presume de la historia que atesora este edificio que busca nuevo dueño.

Capas de historia

Las paredes de este edificio acumulan capas y capas de leyendas palmesanas. Los Armadams eran una familia noble que tuvo duros enfrentamientos con los Espanyols y los Pacs. Estas pugnas fueron los preludios de las luchas entre Canamunt y Canavall.

El periodista y escritor Carlos Garrido ya desgranó la leyenda que rodea a este emblemático inmueble en su libro Mallorca Mágica. «Se dice que había un esclavo moro que fue pagado por una familia rival para que tirase por la torre al bebé de los Armadams. Con la muerte del heredero se extinguió así la saga de los Armadams», cuenta Garrido.

A día de hoy, la possessió de Son Armadans ha quedado desgajada y los terrenos agrícolas cuentan ahora con viviendas y chalets. Esta possessió está situada en la calle Pilar Juncosa. Según el anuncio inmobiliario, «la Torre de Armadams pertenece al Patrimonio Histórico Cultural y está catalogada como Bien de Interés Cultural, por lo que está exento de pagar el Impuesto de Bienes e Inmuebles (IBI)».

El edificio en venta cuenta con el sabor de los años: techos de vigas de madera centenarias, arcos, paredes y suelos de piedra, salon con chimenea y una biblioteca que fue la antigua capilla. Además, en el sótano se cuenta con una bodega que ocupó el antiguo calabozo.

La Torre es el último vestigio de la possessió y data del siglo XII. El edificio que le acompaña es del siglo XIX y aunque tenía vigas originales de cuando se creó la possesió, alguien entró a robar y fueron sustituidas por otras hace dos siglos. Los actuales propietarios son una saga de abogados y ahora han puesto a la venta un pedazo de historia de Palma, listo para entrar a vivir.