Juan Emilio Oliver, en el paseo Mallorca. | AGUSTINA S. LINDE

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Juan Emilio Oliver se presenta como ‘Juanito'. Así le llaman sus amigos desde que tenía 14 años. Padece acondroplasia, una enfermedad del crecimiento de los huesos. Ni siquiera sus 1,20 metros de estatura han impedido a Juanito, de 37 años y residente en Cala Millor, cumplir sus sueños. En los últimos diez años ha visitado más de 16 países por todo el mundo. Bromea con que «no recuerdo estar más de cuatro meses seguidos sin salir de Mallorca».

En su blog ‘juanitoporelmundo' narra, desde 2016, algunas de sus experiencias de viaje. Su próximo objetivo, cuenta –aunque el dice ser «muy de impulsos»–, es enfocar la web a su estilo de vida a fin de poder inspirar y ayudar a «otras personas a afrontar sus problemas de forma optimista».

Juan visitó una puesta de sol en el Uluru (Australia).

Experiencias

«Para mí es una frustración no viajar. Necesito salir fuera». Juanito se dedica al sector turístico y reconoce que «viajar me hace feliz». Entre sus viajes, destaca su experiencia haciendo ‘snorkel' en la Gran Barrera de Coral de Australia; su estancia en Tanzania, Colombia, Singapur, Filipinas, Maldivas y un largo etcétera. Podría llenar un libro con anécdotas. De hecho, sus mayores aventuras, dice, son deportes de riesgo: «Me atrevo a todo», bromea.

Pese a ello, sí cree que Mallorca y el país en sí «no están preparadas para gente que padece enfermedades como la mía u otras. Tienen que mejorar. Te sorprenderías ver cómo sí lo están ciudades como Singapur».

Juanito Oliver agradece a sus padres la educación que ha recibido: «He llevado siempre una vida normal porque desde que era pequeño me hicieron ver mis limitaciones. Me hablaron muy claro». Juanito ve en el nadador Xavi Torres un «ejemplo a seguir». Pero el ejemplo también es él con su forma de pensar: «Lo importante es ser consciente de lo que uno tiene pero sin rebajarte el límite. Tantear las cosas para saber hasta dónde puedes llegar. Pero si llevas el ‘no' por delante, te cortas las alas».

A la espera de saber cuándo podrá volver al hotel donde trabaja, y a pisar un avión, intenta disfrutar de lo que puede pese a esta situación «incierta».

También nadó con tortugas en Filipinas, en 2018.