Cati Ferrer y Joana Maria Cerdà, en Tinons. | Jaume Morey

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Mientras muchos locales van colgando el cartel de ‘Se traspasa’, hay osados que se atreven a alzar la persiana en plena pandemia. Desde este jueves, Joana María Cerdà ha inundado de flores la Costa de sa Pols con Tinons, en un local que anteriomente había acogido una agencia de viajes. Un recuerdo de aquellos tiempos sin virus en los que viajar era un placer sin restricciones. «Inténtalo pero no te arriesgues mucho», aconseja Cerdà a aquellos que, pese a todo, se están pensando abrir un negocio. «Si no lo intentas, igual te vas a marear en casa pensando. Y alquila un local dentro de tus posibilidades», añade.

Rebaja

La bajada de precio de alquileres comerciales le ha beneficiado. Cerdà acaba de abrir en pleno centro, en un lugar que ni podía haber soñado hace un año, cuando empezó a darle vueltas a la posibilidad de salir de Sencelles, donde tiene su taller, para abrir en Palma. Todo esto en un año en el que se han desplomado las bodas. Pero aún así se han celebrado pequeños enlaces y no han querido prescindir de los alabados arreglos de Tinons. «Tenemos casi todo 2021 copado con bodas en domingo y entre semana», dice la emprendedora.

Se muestra precavida por este salto de Sencelles a la ciudad: «Estoy preparada para cerrar sin mucho drama si hay un nuevo confinamiento», dice Cerdà, que se resigna a que las flores no son un bien de primera necesidad. Sin embargo, las flores y las plantas están viviendo un boom durante la pandemia. Son un pequeño lujo asequible que alegra días inciertos. «Después del estado de alarma hemos recibido muchísimos encargos para el día de la madre para regalos», dice Joana Maria Cerdà, que también es florista del grupo Capucchino.

Sus arreglos de inspiración british mezclados con plantas típicas de la Isla cuentan con un buen número de seguidores. A las nueve de la mañana, la tienda recibía a una vecina alegre por la apertura: las flores son siempre bienvenidas.