Zona de admisión de pacientes de la Clínica Rotger de Palma. | R. E.

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Desde el 15 de julio hasta hace una semana se han atendido unas 100 llamadas de turistas extranjeros, relacionadas con la pandemia, que deja una media aproximada de tres consultas al día.

La Unión Balear de Entidades Sanitarias (UBES) suscribió un acuerdo con el IB-Salut por el que las clínicas privadas de Baleares se encargarían de los visitantes extranjeros que tuvieran dificultades sanitarias relacionadas con la COVID-19. En 44 ocasiones resultaron ser peticiones para la derivación a un centro sanitario por sospecha de COVID aunque de éstos, sólo hubo cinco confirmados.

«Hemos montado nuestro call center con un protocolo de derivación dividido por sectores en función de la ubicación», explica el gerente de UBES, Toni Fuster. «Tanto los servicios asistenciales como los hoteles están informados del protocolo», añade.

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El archipiélago balear, como las islas Canarias, tienen garantizada la cobertura de asistencia en viaje por la COVID-19. Mientras que el archipiélago canario firmó un convenio con una aseguradora, aquí el IB-Salut optó por potenciar al sector de clínicas privadas.

«Tenemos mucha experiencia con el sector y así paliamos el déficit», explica Fuster, pues la crisis sanitaria también se ha ensañado con este sector cuya buena parte de los ingresos proceden de la asistencia a extranjeros. «En abril ya estimamos que las pérdidas derivadas de la pandemia serían en torno al 30 %».

El convenio con la sanidad privada fue una propuesta para la reactivación económica que pasa también por acoger a pacientes de la pública para aliviar las listas de espera.