Francisco Javier Marín se mudó a una villa turística de Bahía Azul para confinarse con su familia. | F.J.MARÍN

TW
7

Si salir de la Isla va a ser misión casi imposible, son muchos los mallorquines que ya se han planteado pasar las vacaciones en la Isla. Apartamentos turísticos, villas de lujo y pequeños hoteles de interior ya le han echado el ojo al cliente local, rebajando precios más acordes a los bolsillos mallorquines. El objetivo es salvar la temporada y cubrir los gastos, al menos.

Airbnb está sufriendo la caída de reservas internacionales y algunos administradores de villas de lujo lo han visto claro: han bajado hasta un 60 por ciento sus precios para captar al mallorquín. Es el caso de Paco Garrido, que gestiona quince villas que se ‘venden’ en Airbnb, Homeaway y plataformas similares, y ya opta por el turismo mallorquín para salvar la temporada.

Villa Petit Amour, por ejemplo, supone 5.664 euros al mes en Airbnb (178 euros la noche más servicios extra) y ahora se oferta en Idealista por 2.500 euros. Villa Dinastía, por otro lado, cuesta 412 euros la noche, que sumado a la limpieza y otros servicios, en Airbnb el mes completo cuesta 12.990 euros. En Idealista se ofrece por 4.500 euros al mes.

Uno de los primeros residentes que se ha decantado por una de estas villas de lujo es Francisco Javier Marín, un palmesano que en pleno confinamiento buscó una vivienda más grande, con jardín y piscina, para mudarse con su pareja y sus tres hijos. «Teníamos previsto un viaje Orlando para el 23 de marzo pero el confinamiento nos ha obligado a cambiarlo por Bahía Azul», cuenta con sorna Marín.

Noticias relacionadas

Por su parte, Jaume Salas, presidente de la Asociación Hotelera de Pollença, señala que en su municipio ya hay dos hoteles abiertos y hay un tercero en camino. Uno de estos establecimientos es el suyo, el hotel Son Sant Jordi, de cuatro estrellas y 14 habitaciones. «Es una novedad y tenemos pocas reservas pero ya hay movimiento. Tenemos peticiones por email y teléfono para reservar este verano», dice Salas.

Los precios oscilan entre los 70 euros de la habitación doble superior y los 90 de la suite, tarifas de invierno que se mantendrán. «Nuestra intención no es ganar nada sino que la balanza entre ingresos y gastos sea cero», añade Salas. Unas rebajas de hasta el 20 por ciento que seguirán en verano. «Los hoteleros mallorquines, algunos de los cuales dieron el salto internacional en los 90, estamos acostumbrados a los retos», insiste el empresario.

Demanda

Por su parte, María Gibert, presidenta de Habtur, la patronal de viviendas turísticas, advierte que «ya hay residentes que llaman a los propietarios. Este año no habrá tanto turista y muchos quieren pasar unos días cerca del mar o en el campo de junio a septiembre». Aunque hasta julio se mantienen todas las reservas, con un 90 por ciento de ocupación, las reservas de mayo ya se han caído y las de julio están haciendo lo mismo.

Los lugares más demandados por los turistas mallorquines son la Colònia de Sant Jordi, Alcúdia, Pollença y la costa de Felanitx. Los insulares retoman las costumbres de sus abuelos, cuando veraneaban en su propia isla. El mejor destino turístico, avalado por millones de turistas.