La finca Comassema, en Orient, celebra un buen número de bodas en plena Serra. | R.L.

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Comassema esperaba la mejor temporada de toda su historia. Sin embargo, no han podido ni arrancar, según Fernando Fortuny, propietario de esta finca agrícola que ha diversificado su actividad hacia la celebración de eventos para poder pagar los gastos de mantenimiento. «Nuestras bodas son de más de 100 personas y un 20 por ciento de las celebraciones son de extranjeros. De Gran Bretaña, Bélgica e incluso una pareja de Nueva Zelanda», dice Fortuny, que califica la situación de «desastre».

Fortuny explica que «no nos queda más remedio que aguantar y reducir gastos. Veremos a ver si arranca la temporada en julio. Yo firmaría». Hasta octubre tiene previstos enlaces y ahora se pasan al año que viene. En 2021 se han citado ya bodas para domingos e incluso jueves.

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Fase 3

En el hotel Cap Rocat han anulado las bodas de mayo, junio y julio y se han pasado al año que viene. «Creemos que en la fase 3 se podrían hacer bodas pero habrá restricciones y además, tenemos muchos novios británicos y alemanes pero sus países les recomiendan no viajar aquí o tendrán que hacer dos semanas de cuarentena», dice Marcos Rama, responsable de eventos del establecimiento. La mayoría de sus novios son extranjeros y en el hotel Cap Rocat dan por hecho que 2021 irá a tope.

Los caterings también han sufrido su particular debacle. Antonio Calzada, CEO de Grupo Amida, advierte que el sector «vive mucha incertidumbre y hemos tenido algún caso de parejas tan alarmadas que ya posponen la boda hasta 2022» para asegurarse que no habrá coronavirus. Su clientela es un 80 por ciento extranjera y no pueden viajar a la Isla. Los banquetes son inviables con la distancia social y confía en que se puedan celebrar eventos de hasta 50 personas. Ahora todo está parado y vivimos una incertidumbre». Ya se piensa en planes B, e incluso C, y tienen los ojos puestos en 2021.