Mercedes Argüello, de Moixos de Canamunt, alerta ante la suspensión de las esterilizaciones durante la alarma. | Foto:Pere Bota

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La alerta sanitaria que ha provocado el coronavirus no solo afecta a las personas; los perros, por ejemplo, también han visto alterado su día a día, con las horas o frecuencia en que son sacados a pasear. Además, ahora no pueden entrar en contacto con otros canes o personas en la calle, ni correr por parques o zonas verdes. En relación a otros animales no domésticos que comparten el espacio urbano, como los gatos callejeros, el Ajuntament de Palma ha procurado que la situación actual les afecte lo menos posible. Así, está permitido alimentar a las más de cien colonias felinas que existen en Ciutat. Pero, hay algo que preocupa a los responsables de estas colonias y es que se han paralizado las esterilizaciones por parte de Son Reus, lo cual sin duda dará lugar a un problema en unos meses porque «va a haber gatitos por todas partes», advierte Mercedes Argüello, responsable de la primera colonia felina que hubo en Palma, Moixos de Canamunt. Este parón en las esterilizaciones, explica, «supondrá que en este tiempo lo que hemos intentado controlar a lo largo de este último año se desborde».

Los voluntarios de estas colonias felinas realizan un trabajo que es beneficioso tanto para los animales como para los vecinos. Cuando Argüello abrió su colonia, recuerda, «me llamaban la loca de los gatos, pero ahora muchos vecinos agradecen el trabajo porque recuerdan lo que ocurría antes, quejas vecinales por las peleas de gatos, porque marcaban el territorio o porque destrozaba las bolsas de basura en busca de comida». Su trabajo es silencioso y continuo, cada mañana y tarde ponen pienso a los gatos y controlan su salud, algo que financian los voluntarios con su dinero y con donaciones.

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Son Reus se encarga –aunque no durante la alarma– de las castraciones, que pueden ser unas 15 o 20 a la semana, lo que mantiene cierto control del número de estos animales, una cifra nada fácil de calcular pues también hay muchos gatos que no pertenecen a ninguna colonia, sino que se mueven por solares o edificios abandonados, por ejemplo.
La crisis sanitaria que vivimos también permite a las personas alimentar a los perros que tienen en las segundas residencias, por ejemplo. Así se garantiza desde la Policía Local. Durante el fin de semana se están viendo colas, tanto en Palma como en otras ciudades, de personas que intentan salir de las urbes, muchos para dirigirse a segundas residencias, lo cual está totalmente prohibido, «pero si una persona argumenta que su intención es ir a alimentar al perro que tiene en la finca, el agente le dejará pasar, es cuestión de sentido común», asegura una fuente policial.

En cambio una restricción que sí se aplica durante estos días es la de alimentar a las palomas en la Plaça d’Espanya, el único lugar de la ciudad en el que durante el año está permitido legalmente dar de comer a estas aves. No obstante parece que esta restricción no se está cumpliendo demasiado y hay personas que siguen dando de comer a las palomas en diversos puntos de la ciudad. A diario, por ejemplo, les echan migajas algunos indigentes que suelen sentarse en un banco de la Plaça d’Espanya «hasta que la policía nos echa», comenta uno de ellos.

Desde Sanitat de Cort se informa de que «de momento no está previsto que el área dé de comer a las palomas (consideradas plaga) en Plaça d’Espanya, pues no se han detectado problemas». En función de lo que dure la situación de alarma y si aparecen problemas (falta de alimento, enfermedades, mortandad... que ahora no se dan) Sanitat decidirá qué medidas tomar.