La Basílica se llenó de feligreses durante la misa persidida por el obispo. | Curro Viera

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El Santuari de Lluc fue este domingo el escenario de un nuevo encuentro entre todas las cofradías de Mallorca. Más de 1.000 personas procedentes de muchos rincones de la Isla acudieron a la convocatoria del Secretariat Diocesà de Formació i Acompanyament de Confraries i Obreries. El evento, que suele celebrarse en el primer domingo de la Cuaresma, tuvo este año que retrasarse al segundo domingo al coincidir la fecha original con la Diada de les Illes Balears.

El programa se inició con una misa presidida por el obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull. La eucaristía llenó por completo la Basílica, quedando muchos de los asistentes de pie o incluso sin poder entrar en el templo.

Conferencia

Posteriormente se pudo asistir a una conferencia a cargo del propio Taltavull, al que acompañaron Antoni Cañellas, vicario episcopal y Marià Gastalver, prior del Santuario. Este último aprovechó el inicio del acto para presentarse a los asistentes y para comunicarles su intención de dinamizar la actividad en estos lugares mediante la habilitación de nuevos espacios para encuentros de ese tipo.

La intervención de Taltavull se centró en dar a los cofrades una serie de indicaciones sobre cómo se han de vivir religiosamente tanto la Cuaresma como la Semana Santa y la Pascua. Taltavull apeló a la intensidad religiosa en estas fechas, así como al testimonio público de la fe por parte de las distintas cofradías. A la conferencia siguió a primera hora de la tarde la celebración de un Vía Crucis de cinco estaciones en la Plaça dels Peregrins con todas las confraries. En total en Mallorca hay alrededor de 250 de estas entidades religiosas, en las que la Part Forana es especialmente importante, ya que del total solo 33 son de Palma.

En palabras de Jaume Rigo, antiguo secretario de la Associació de Confraries y actualmente responsable del Secretariat Diocesà, estos colectivos desarrollan también un intenso trabajo social, colaborando en el cuidado de enfermos o en el reparto de alimentos. Estas acciones se suman a la de mantenimiento de unas tradiciones, cultura y patrimonios que Rigo calificó como beneficiosos para toda la sociedad.