Imagen de una manifestación estudiantil en Barcelona. | Carles Domènec

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La ciudad se despierta, de nuevo, maloliente. Huele a contenedores quemados y hay huellas de la última batalla callejera. Este domingo ha tocado en la Gran Via, ayer fue en Via Laietana, mañana será en los barrios de Gràcia y Sarrià. La circulación ya no está cortada, lo que sí se han interrumpido son algunos de los quehaceres cotidianos. Los parisinos definen su rutina como ‘métro, boulot, dodo’, es decir del transporte al trabajo y de éste a la cama, pero mañana (por el viernes), en Barcelona, la huelga general dejó en servicios mínimos la ciudad y sin apenas actividad laboral. Una serie de mallorquines, residentes en Catalunya, nos detalla su punto de vista.

Jaume Ripoll fundó en Barcelona la plataforma Filmin de cine por streaming. Se ha citado con un grupo de periodistas culturales catalanes para hablar de su experiencia. Acaba de llegar de una feria sobre contenidos audiovisuales en Cannes (Francia) y, el lunes 21, volará a Roma. «Nuestras descargas han disminuido un 40 por ciento en estos días, nos pasa como a las salas de proyección o los teatros, porque los canales de televisión se pasan el día informando sobre lo que sucede». Ripoll argumenta que «a nivel empresarial, todo nos condiciona», e indica que «hemos hecho de la política un deporte y de la realidad, un espectáculo».

El escritor Valentí Puig lo vive «con cierta angustia, no personal, sino porque me temo que el desorden va a perjudicar mucho a la Catalunya razonable y tan diversa en la que llevo años viviendo». El escritor, periodista e intelectual advierte que «las imágenes son brutales y se contra- ponen a la voluntad de hacer las cosas pacíficamente, según decían los líderes independentistas, pero comienzas por no acatar la ley y acabas en una cierta forma de transgresión, si no de violencia, y el daño es moral, económico e institucional. De convivencia». Para Puig, es imprescindible que «de modo inmediato, se desactive la trama logística del Tsunami Democràtic, esa app indescifrable que le da su gran poder de movilización y sería conveniente descabezar a los CDR». Puig asume que «el derecho a manifestarse está reglado y cabe desautorizar las manifestaciones que afecten seriamente al tráfico, amenacen el mobiliario urbano o agredan a los Mossos d’Esquadra». El novelista asegura que «Torra está propiciando su inhabilitación, acaba de proponer un nuevo referéndum, deberá actuar el Estado» y propone que «la única solución es la rectificación del rumbo independentista, que no quiere decir que los independentistas deban renunciar a su objetivo, pero sí a la unilateralidad, respetando el marco constitucional y operando en él, como hicieron Cambó o Tarradellas y, de modo más peculiar, Pujol».

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Bartolomé Beltrán, el célebre doctor televisivo y expresidente del Mallorca apunta que «en todo lo que está ocurriendo hay un control de los hechos que se nos escapa, alguien lo controla todo sin que nos demos cuenta». El directivo de Atresmedia visitó Barcelona para asistir a la entrega del Premio Planeta, donde la vicepresidenta Carmen Calvo frenaba el curso de la entrega del galardón literario porque no dejaba de comunicarse por teléfono con el presidente Pedro Sánchez sobre los altercados.

El estudiante Lluc Servera, de Manacor, descubre que «el tejido independentista está lleno de mallorquines que están trabajando intensamente a favor del proceso de autodeterminación». El futuro politólogo afirma que «la mayoría de mallorquines que vienen a estudiar a Barcelona tiene un perfil de reconocimiento a la autodeterminación». Servera insiste en que «en los altercados, quien rompe la normalidad es la Policía, todas las acciones de los manifestantes son para impedir la violencia policial y una barricada se entiende como una forma de protección de una agresión policial, por lo que la prensa no debe magnificar lo que es un momento de rabia colectiva».

La artista de circo y danza Rosa Forteza, que vive en Massanet (Girona), regresa a Mallorca para participar en la feria FIET. Siente ciertas contradicciones sobre el seguimiento de la huelga. «Me siento dividida, estoy de acuerdo con la huelga y te planteas secundarla desde Mallorca, pero ese día vamos a estrenar (con la compañía Moviments) un espectáculo en Vilafranca, hemos ensayado todo el verano e invertido todos nuestros ahorros».

En Olot reside desde hace unos meses Sebastià Bennasar. «El seguimiento es masivo, de un 95 por ciento, hay sólo un bar y una tienda operativas en toda la población», señala el escritor, quien relata que «el ambiente es de absoluta tranquilidad, sin actitudes provocadoras». Bennasar recuerda que «el día que conocimos la sentencia, los policías locales quedaron desbordados porque los alumnos del instituto ocuparon calles sin avisar, pero los otros días todo ha sido muy tranquilo, hoy el acceso a la autovía está cortado, pero son los mismos conductores los que aplauden a los manifestantes».