Vanesa Rosa tiene más de dos carpetas con informes médicos. | Pilar Pellicer

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Ha pasado por 18 cirujanos gástricos diferentes, cuatro hospitales, sesenta ingresos y cinco operaciones. Con 34 años, Vanesa Rosa sigue pasando un calvario que comenzó en 2013 y que le ha dejado, entre otras secuelas, tres stents y seis bypass además de cicatrices por todo el cuerpo.

Todavía no sabe muy bien lo que tiene porque los médicos no se ponen de acuerdo aunque parecen complicaciones de una enfermedad rara, el síndrome de cascanueces. Lo causa una compresión de la vena renal izquierda entre la aorta y la arteria mesentérica superior. Los problemas derivados la llevan a tomar una decena de fármacos diarios entre los que no faltan ni ansiolíticos, ni morfina. Además de acumular dolencias se le ha detectado un cáncer de estómago.

Su mala experiencia por la sanidad pública española la ha llevado a tener que operarse en Alemania pues aquí le dicen que «no hay nada más que hacer». Pide ayuda para poder costearlo ya que aunque desde el IB-Salut corroboran su historia y costearan el importe a través del Fondo de Compensación Europeo, lo harán a gastos pasados, una vez presente las facturas. Mientras, tiene una página de recaudación llamada cirugía enfermedades raras en leetchi.com. Se operará el próximo 19 de agosto.

Seis años de dolor

Su historia empezó hace seis años, cuando tenía 28. «Tenía mucho dolor lumbar, durante dos años cada mes acudía dos veces a urgencias, hasta que me quedé inconsciente en el trabajo», explica Vanesa Rosa. Le diagnosticaron pielonefritis aguda, una infección de la vía urinaria superior que afecta a la pelvis y al parénquima renal. Durante una prueba le detectaron un pinzamiento en la zona afectada y a los veinte días la operaron. «Tenían que ponerme un stent y desde entonces todo son problemas». Su baja laboral empezó a 30 de septiembre de 2015 y todavía no ha podido volver.

Tras la intervención estuvo ingresada en Son Espases desde diciembre de 2015 hasta el 24 de agosto de 2016. Nueve meses con infección en la sangre, más pruebas, sarna, trombosis en un glúteo e incluso un pequeño ictus. «Una las tres psiquiatras que me visitaron me recomendó salir de allí y pedir una segunda opinión».

Fue a tratarse de su enfermedad rara al Hospital Germans Trias i Pujol (Can Ruti) de Badalona donde la operaron por primera vez hace tres años. «Parece que con cada intervención por este síndrome te despiertan los demás porque todos ellos tienen relación vascular». Ha desarrollado hasta 18 afecciones diferentes. Para tratarse el síndrome de Wilkie probó en la clínica Evangelisches Krankenhaus Mettman de Alemania donde, tras un análisis exhaustivo, le detectaron un cáncer estómago del que ahora la operarán.