Una fiel en silla de ruedas es ayudada para poder acercarse al Crist en un templo lleno de devotos. | Jaume Morey

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Antes de las diez de la mañana de este miércoles, la iglesia de L’Anunciació ya estaba repleta de gente, con fieles de pie en la entrada y en los laterales, para presenciar el Davallament del Crist de la Sang, que quedó expuesto, yacente, en la nave central del templo a la espera de presidir la procesión de este jueves, Dijous Sant. Los actos se iniciaron con una misa celebrada por Joan Servera. A continuación, ya con la presencia del obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull, y del prior de la Sang, Lluc Riera, se inició la plegaria del Via Crucis, oficiada por Ramon Lladó, rector de Santa Catalina Thomàs y canonge de la Seu. Lladó destacó que «reconocemos a Jesús en los pobres, los enfermos, los refugiados y los exiliados. Cristo quiso enfrentarse a la muerte en carne viva y vivir lúcidamente su dolor para que los que sufren no se sientan solos y abandonados. La última estación del Via Crucis no es la muerte, sino la resurrección, el triunfo del bien frente al mal».

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Tras el Via Crucis, los sobreposats de la Confraria de la Preciosíssima Sang del Nostre Senyor Jesucrist, siempre acompañados por los prohoms, cargaron la imagen del Crist de la Sang, que ya había sido descolgada, y la trasladaron, entre aplausos, desde su camerín hasta el patio de la Sang, para mostrarla, simbólicamente, a los enfermos del Hospital General. En todo ese trayecto, algunos fieles no pudieron contener la emoción ni las lágrimas, y surgieron algunos gritos de ¡Viva el Cristo de la Sangre! Multitud de teléfonos móviles se alzaron para tomar imágenes del Crist, que finalmente quedó expuesto para que largas colas de fieles pudieran adorarlo y besarlo.

El Crist de la Sang pudo ser visitado hasta las 21.00 horas y este jueves a partir de las 08.00 horas hasta que se inicie la procesión del Dijous Sant.