La presencia de árboles en la ciudad ayuda a reducir la temperatura y la contaminación. | Jaume Morey

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El paisaje urbano de Palma irá cambiando con los años a medida que se vaya suprimiendo paulatinamente la presencia de algunas especies arbóreas ahora abundantes en la ciudad, como el olmo, el ficus o el pino. Estos ejemplares darán paso a otros de especies más adecuadas para su crecimiento en la ciudad.

El concejal de Infraestructures i Accesibilitat, Rodrigo Romero, explica que «el plan de gestión de arbolado permite elegir correctamente las especies que plantamos en la ciudad y ordenar el arbolado de cara a las próximas décadas». Asegura que hay especies que deben limitarse debido a que presentan un riesgo mayor (por ejemplo porque se fracturan en periodos de sequía estival, como el olmo). Además, otro objetivo de la reposición es «un aumento de la biodiversidad que permita una mayor resistencia ante posibles plagas».

Las especies a utilizar durante las campañas de reposición son aquellas que se ha comprobado que tienen una mayor capacidad de adaptación al clima, su resistencia a plagas y enfermedades, su mayor resistencia a fracturas y su menor producción de alérgenos y capacidad invasiva. Hay especies como almendro, fresno, espino o magnolia que son de las que menos incidencias registran. Otras destacan por dar menos problemas de caídas de ramas, como sóforas, morus y plátanos, a pesar de que este último presenta problemas de alergias. Pero todo ello no quiere decir que sean candidatas para las reposiciones porque hay mas condicionantes, como los que se han mencionado anteriormente

Este año, anuncia el edil de Podem, «está previsto que se realice un análisis en profundidad que permita evaluar las especies más problemáticas y constatar los efectos del cambio climático sobre el arbolado vial, a fin de ver qué especies pueden ser candidatas para las reposiciones».

Dentro del plan de gestión del arbolado de Palma hay medidas preventivas y medidas correctivas. Dentro de las correctivas, el plan evalúa el riesgo de cada árbol y establece un protocolo de actuación. Dicho riesgo se estima en función del espacio disponible, los defectos estructurales del individuo, de las características del emplazamiento y de la afluencia de ciudadanía, la presencia de enfermedades, la vitalidad del árbol y la especie arbórea, entre otros. Los árboles que no tienen altos niveles de riesgo se revisan periódicamente, mientras que con los que hay riesgo inminente se actúa de inmediato.