El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la presidenta del Gobierno de Baleares, Francina Armengol. | Efe

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No hay que darle más vueltas. Estos Presupuestos Generales del Estado que ha presentado Pedro Sánchez no son otra cosa que el prólogo de las elecciones generales, que tal y como van las cosas podrían celebrarse en otoño. Hay que reconocerlo: desde una perspectiva global española son unos presupuestazos, lo más progre en materia de cuentas públicas que se ha visto jamás en la Península.

Tanto montan estas cuentas, que son en la práctica inaplicables e incluso alucinantes. Sánchez juega a trilero del Manzanares. Sabe que estos Presupuestos no se aprobarán jamás porque los independentistas catalanes no los votarán. No pueden. Tienen a sus líderes en la cárcel y a punto de que los sienten en el banquillo pidiéndoles más años de cárcel que canas peinaba Matusalén. Incluso metieron en la trena a Jordi Turull en pleno debate para ser elegido president de la Generalitat tras impedir que el Parlament eligiese al también preso Jordi Sánchez. Tras haber padecido estos garrotazos, ¿quién puede creerse que los catalanes votarán a favor?

Lo que busca Sánchez es hacer crecer su popularidad para que su partido pueda obtener unos resultados dignos en las próximas autonómicas y locales y, seguidamente, pegar el acelerón en las generales. Estos Presupuestos son maquillaje puro, hábilmente vendido. A los catalanes, valencianos, andaluces y aragoneses les ha prometido maná a borbotones. En conjunto estas cuatro autonomías eligen a más de un tercio de los asientos de la Carrera de San Jerónimo.

Por contra, Balears sólo tiene adjudicados ocho escaños y, encima, Francina Armengol y su PSIB únicamente gozan de dos diputados en Madrid, el fiel Pere Joan Pons y la ibicenca Sofía Hernanz. Y a perro flaco todo son pulgas. No es de extrañar que Pedro el Grande haya dejado en ridículo a su chica de Inca, pegándole un insultante recorte propagandístico a Balears en sus Presupuestos-farsa.

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Con esta acción, súper Sánchez demuestra que también sabe ser cicatero con una autonomía que tiene una presidenta socialista (la única). Así, Balears tendrá que pagar parte del dineral que dice Sánchez que mandará a Catalunya para que se olviden de sus neuras independentistas. Lo malo para Pedro el Grande es que en Las Ramblas están hartos de carteristas y no se creen al presidente ni aunque se vistiera de pubilla major de las fiestas de Cadaqués. Otra cosa es que el PSC de Iceta (igual que Ximo Puig y Lambán) puedan sacarle partido electoral a estos Presupuestos non natos. Los tiros van por ahí. Y todos los jerarcas socialistas contentos, incluida Susana del Guadalquivir. Para poner el trasero y recibir los perdigonazos les basta con Francina. Vende mucho desde una perspectiva de igualitarismo eso de tener a una presidenta socialista marginada...así se tapa la boca al PP.

Una vez más se ha demostrado que el Archipiélago no pinta ni una escoba en Madrid. Ni en la calle Ferraz ni en Génova. Al final, los isleños han vuelto a salir apalizados.

Hay mucho cabreo en Palma. Hace dos días que en la Obra Cultural se está hablando de convocar una manifestación de protesta a principios de febrero. Pero son malos tiempos para estas concentraciones unitaristas. Francina no puede embarcar ahora a su PSIB en una marcha anti PSOE. Sería contraproducente. Tampoco Més está para demasiado ball de bot. Y a Podemos ya le bastan sus líos internos para tener que meterse en otros berenjenales. Si hay manifestación deberá partir de la sociedad civil. Pero las elecciones autonómicas están demasiado cerca y la OCB corre el riesgo de quedarse casi en solitario en su demanda reivindicativa. En todo caso, están decididos a mover todos los hilos a su alcance para lograrlo.

Pero hay que reconocer que el hachazo pegado por Sánchez a la dignidad balear ha llegado en el peor momento. No los ha vuelto a recordar: Balears no pinta nada en Madrid. En los pasillos de los Nuevos Ministerios pinta menos peso que una caja de fósforos vacía. Y ese desprecio y marginación seguirá mientras en el Manzanares vean que en el Archipiélago no existe un pueblo unido y decidido a defender sus intereses comunes.

Conciben Balears como un manojo de grupos y grupúsculos peleados y mal avenidos. Por eso recortan y recortan sin miedo y sin manías. El desprecio no es el dinero que se llevan a espuertas a Madrid. El auténtico desprecio es la chulería y la impunidad con que manejan las tijeras.