Adela Jiménez y Catalina Suau frente a la entrada del centro Joan Crespí de Palma. | Teresa Ayuga

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«Lo que queremos es que el Centre Joan Crespí esté abierto al cien por cien y se utilice para lo que fue creado: la atención a los grandes discapacitados», afirma Adela Jiménez, una de las promotoras de la puesta en marcha del centro, viuda de José Yarza, expresidente de la Coordinadora de Balears de Personas con Discapacidad.

Las palabras de Jiménez son totalmente compartidas por Catalina Suau, presidenta de la Associació Balear de la Malaltia de Huntington y madre de un usuario del centro, quien se muestra totalmente en contra del cierre del servicio de promoción de la autonomía personal y de apoyo a la vida independiente para personas con discapacidad física o psicofísica grave (Sepap), ubicado en el Centre Joan Crespí que anualmente atiende a unos 90 usuarios.

Adela Jiménez explica que «mi marido y yo vimos la gran necesidad que había de un centro para grandes discapacitados físicos, que no había ninguno en la Isla».