Imagen de archivo de una cabra 'Balear boc' en un coto de caza mayor en Formentor. | Redacción Digital

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El Colegio de Ingenieros de Montes en Baleares, ha advertido este jueves del efecto negativo que están causando las poblaciones de cabra asilvestrada en las zonas forestales de Mallorca, el cual se ha «enquistado de forma persistente» en los últimos años, sumándose a los efectos de las pasadas sequías y otras perturbaciones».

En un comunicado, la entidad ha señalado que «hacen falta actuaciones urgentes, contundentes y prioritarias» en encinares, zonas quemadas y áreas sensibles de biodiversidad.

Según han indicado, las poblaciones de cabra doméstica asilvestrada (Capra hircus), presentes en numerosas áreas forestales de la isla de Mallorca, están afectando «muy negativamente» muchos de sus ecosistemas.

Así, han explicado que la proliferación de rebaños no gestionados de cabra en densidades elevadas, están limitando, de forma silenciosa y persistente, la regeneración natural de muchas zonas boscosas.

Desde un punto de vista ecológico, esto conlleva a una situación de no renovación del monte o de matorralización de ciertas zonas, provocando una mayor fragilidad y vulnerabilidad del mismo, hecho todavía más grave en un escenario de cambio global, han apuntado al respecto.

ENCINARES

Es el caso de muchos encinares, donde apenas se pueden apreciar brotes jóvenes de bellota o renuevo, los cuales son permanentemente comidos, situación que impide su rejuvenecimiento, el cual es de especial importancia tratándose de bosques no gestionados y/o afectados por otras plagas, han apuntado desde la entidad colegial.

También es el caso de zonas afectadas por incendios, donde en algunos casos no queda ningún pino vivo de los que nacieron de semilla después del fuego. En otros casos, la afección se produce sobre especies endémicas o singulares, o también sobre zonas repobladas recientemente, dónde la totalidad de los árboles plantados han sido afectados, han explicado desde el Colegio de Ingenieros de Montes en Baleares.

En casi todas las situaciones, se trata de espacios naturales protegidos.

Así, han precisado que la cabra asilvestrada es una especie doméstica, que poco a poco y en el transcurso del tiempo ha ido colonizando el medio forestal, asilvestrándose con densidades por encima de la capacidad de carga y en total desequilibrio con el medio.

Según han indicado, la dificultad de su control radica en múltiples cuestiones que añaden cierta complejidad al problema, aunque sin eximirnos de hacerlo. Por un lado, proliferan zonas mayoritariamente de titularidad privada, de gran extensión y de difícil acceso. Por otro, los recursos destinados a su diagnóstico y control son actualmente insuficientes, siendo un tema transversal a distintas administraciones.

«Sencillamente, no es viable ni técnica ni económicamente, esterilizar o capturar en vivo a 30.000 animales, en un entorno difícil y en constante crecimiento poblacional», han afirmado al respecto.

El problema radica en el hecho que casi la totalidad de las poblaciones no están gestionadas, ni contabilizadas ni controladas. En este sentido, paralelamente pueden y deben buscarse vectores en positivo, como el uso de rebaños, con pastor para la reducción del combustible vegetal para prevenir incendios; el aprovechamiento cinegético en ciertas zonas aptas, siempre en densidades muy bajas; o incluso en aprovechamiento de carne para el consumo local.

Desde este colegio, se ha hecho hincapié en varias ocasiones sobre esta problemática durante la última década, sin que se hayan tomado medidas suficientes por parte de las distintas administraciones y resto de entidades, en las distintas legislaturas.

En definitiva, «ahora pedimos un pacto político consensuado que establezca una hoja de ruta basada en criterios técnicos, de gestión eficaz y empuje jurídico, que permita una solución a corto plazo en las zonas que requieren una actuación urgente, y a medio plazo, en el resto».

Por último, han recordado que los vitales servicios ecosistémicos que generan nuestros montes, que ocupan casi la mitad de la superficie de las islas, están en entredicho. El fuego o la sequía no son su única amenaza, cambio climático a parte.