32 comparsas y 14 carrozas han desfilado este domingo por las calles de Palma. | M. À. Cañellas

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Un aplauso y un toque a los organizadores de la Rua, o sea, al Ajuntament. Un aplauso, además, doble. Por el recorrido, que pensamos que con él la Rua ha salido ganando en cuanto a visibilidad, pues el espectador ha ocupado por completo las escalinatas que conducen desde las Ramblas a la Plaça Major, sin duda uno de los mejores miradores del trayecto, y por organizar la Rueta horas antes que la Rua, con lo cual, esta, sobre todo en colorido entre los espectadores -los niños de la Rueta, sin despojarse del disfraz, han estado como espectadores en la Rua, y con ellos sus padres, muchos también disfrazados- ha ganado muchísimo.

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¿El toque? Permitir reivindicaciones politico-linguisticas a base de gestos y signos que no hacen más que echar gasolina al fuego. Y el Carnaval debe de andar por otros caminos lejos de la provocación. Se puede criticar, o satirizar echando mano de la ironía, y más cuando a estas alturas del partido todos sabemos de dónde somos o de dónde venimos.

Dicho lo cual, de este domingo -compuesta por 32 comparsas y 14 carrozas- ha destacado lo artesanal de la misma, pues casi todo lo que las comparsas y carrozas -incluso el jurado- lucieron, estaba hecho en casa. Elaborado a propósito para la ocasión. A mano. Como debe de ser. Sí. Porque ahí, para diseñar el vestuario y convertirlo en realidad, se ha tenido que echar mano de la imaginación y creatividad, y dedicarle mucho tiempo libre.