Miquel Vidal. | Teresa Ayuga

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Entre la militancia de base del PP balear no se habla de otra cosa: la dirección y los cuadros medios del partido han entrado en fase de letargo, «como en el sueño de los osos». La constatación de esta inactividad quedó explicitada en la intervención de la portavoz Marga Prohens en el debate sobre el estado de la Comunitat. «Se veía a la legua que estaba pactado con Francina Armengol». Se comprobó cuando «ni la presidenta ni la oposición popular se sacaron trapos sucios a grito pelado, que es lo que estaban esperando muchos militantes del PP». No fue así. «Fue un debate de guante blanco que ha llenado de preocupación a gentes de las bases. ¿Qué hace nuestra cúpula aparte de dormir y cuando se despierta mirarse el ombligo entre sábanas y sin ánimo de levantarse?».

Es más, «los capones de Francina fueron dirigidos contra Bauzá y no contra los actuales dirigentes populares. Esa es la prueba del pacto». El propio Bauzá debió olérselo porque se presentó en el Parlament. Eso sí, le sentaron en el gallinero y su propio partido, de forma muy educada, «pasó de él», señal inequívoca de «le endosan todos sus males».

Además, ocurren cosas misteriosas. Hace unos días la cúpula convocó a la junta directiva y al comité regional (todos juntos, de una tacada) a una macroreunión el próximo día 27. Los asuntos a tratar son importantes, comenzando por refrendar a Núria Riera como nueva presidenta del Comité de Derechos y Garantías. Sin embargo, unas horas después de haberse emitido la convocatoria, se produjo una «surrealista» rectificación. El macroencuentro se aplazaba al 4 de octubre. Los teléfonos se calentaron. «¿Qué ha pasado para este cambio tan rápido de criterio ganando una semana de tiempo?». Nadie acertaba a dar la respuesta.

Pero hay hipótesis: en el denso ambiente popular flotan dos espectros de hondo calado y solución imposible. «¿Qué hacer con los imputados José María Rodríguez y Álvaro Gijón?». La primera apuesta del president Miquel Vidal muy propia de él: aplicó la ley de los tres macacos. Ni ver, ni oir, ni hablar. O sea: dejar pasar el tiempo hasta que el asunto escampe. De hecho le comunicaron a Álvaro que esté «tranquilo. No se tomará ninguna medida ni se le pedirá el carnet porque no hay medidas cautelares». Sin embargo, el cataclismo Jaume Matas lo ha transtornado todo. Rajoy ha sido implacable con su íntima compañera Rita y le ha exigido el carnet. El pontevedrés se juega las habichuelas y el pellejo político, sobre todo pensando en las cada vez más inevitables terceras elecciones generales.

¿Pero qué pasará si en los programas de tertulianos madrileños se empieza a hablar de que en Baleares no se cumple el pacto con Ciudadanos? No hay que olvidar que el Archipiélago ha vuelto a ponerse de moda en los madriles a raíz de la boda de la hija de Jaume Matas. Esa es la incógnita.

De momento, se demora el refrendo de Núria Riera, que es la encargada de tomar las decisiones feas, Nadie quiere pensar en terceras elecciones porque «el partido está plano, sobre todo en Palma. Plano, plano, plano. Nadie se mueve». El president Vidal es consciente. Tan consciente como listo. «No piensa meterle nervio a la organización, no sea cosa que salten chispas». De hecho, Vidal hace horario de funcionario y a las dos y media o las tres e va cada día a su casa la mayoría d elos días. Deja en el ruedo a su secretario general, Sebastià Sagreras 'Peixet'. Vidal «pisaría huevos antes de propiciar un follón».

También, tras la depresión rodriguista, el grupo municipal popular también roza la planicie.Únicamente Marga Durán le echa un poco desalero y procura entrevistarse con Vidal como antes lo hacía con Bauzá. Marga necesita consejos de su jefe, ya que el ambiente rodriguista que la envuelve está en estado catatónico.

Con estos mimbres «será muy complicado que el partido reaccione de cara a los próximos comicios, que se acercan imparables. Sólo nos queda confiar en las televisiones y en los mensajes que lance Rajoy. Estamos en pleno letargo».