Mariano Rajoy. | Juan Medina

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Hay políticos que nacen con la flor romanial. Cuanto más inactivos y pasivos se muestran, más suerte tienen y más arriba llegan. Es el caso de Mariano Rajoy, que alcanzó la presidente del Gobierno tras ser digitado como sucesor por Aznar y tras una trayectoria oscura como ministro. Al llegar a Moncloa, le acompañaron los desastres. Se convirtió en el único presidente democrático del planeta al que le pillaron a su tesorero con 48 millones en Suiza, y a él mandándole SMS diciéndole que fuese fuerte mientras aparecían las hojas de contabilidad de Bárcenas con Mariano cobrando en negro. Pero ni se inmutó. Y ahí está: impasible, con su partido convertido en un cuartel en el que nadie se atreve a levantar un dedo para decir que lo más apropiado es que el PP buscase otro candidato a presidente del Gobierno menos quemado, tal y como pasaría, por ejemplo en Gran Bretaña, y a esperar que otros le hagan el trabajo a Mariano para que siga de presidente.

Y eso es lo que está ocurriendo. A Rajoy le están santificando un Albert Rivera entregado a la causa, con sus Ciudadanos convencidos de que Mariano ha de seguir en Moncloa. Y a tal entusiasmo se ha sumado buena parte del parque jurásico del PSOE, con los Felipe, Guerra, Bono, Corcuera y demás familia en cabeza, peleando como jabatos para acorralar a Sánchez, cargarse la Ejecutiva socialista si es preciso, masacrar a la organización si es necesario para que el líder del PP continúe en Moncloa. Es el mundo al revés. Lo nunca visto. La máxima «no se puede ser presidente con el tesorero en la cárcel» ha sido triturada, masacrada para siempre. Estamos viviendo un milagro. Más que una coyuntura política, el actual drama es tan largo, cargado de sorpresas y tiene un final tan anunciado como la película Ben Hur.

Como es archiconocido, este personaje coetáneo de Jesús fue cargado de cadenas por los romanos y condenado a galeras. Su situación era insalvable. En esto, y cuando se moría de sed en el desierto empujado por sus guardianes, se le apareció Jesús y le dio agua. Fue una ayuda inesperada, un hecho sobrenatural. Igual que está aconteciendo en la actualidad. Es espectacular el nivel de ayudas inesperadas y externas que está recibiendo Mariano el Fuerte fuera de su partido. Mientras, por dentro, el PP funciona como el buque trirreme romano de la película. Todos bogando como posesos y sin nadie atreviéndose a presentarse como alternativa porque el primero que levantase el dedo sería fulminado y arrojado por la trampilla al maloliente subsótano de la quilla.

Mariano tiene flor de santo. Los cuatro diarios de Madrid le apoyan sin resquicios de forma incondicional. Todos al mismo ritmo cual los cuatro caballos blancos de la cuádriga de Ben Hur. Mientras, si no espabila, Pedro Sánchez puede acabar más despellejado que el pobre Mesala tras la famosa carrera equina. Y por último Ben-Hur-Mariano, dado el actual nivel milagrero que vivimos, lleva camino de curar y sanar a todos los suyos hoy acusados de corrupción cual los allegados a Ben-Hur arrojados al valle de los leprosos. Tal es la entidad del actual hecho sobrenatural, que Rajoy es capaz de salvar a los corruptos. Y si no...al tiempo. Con el parque jurásico socialista actuando de escudero, hasta lo más sorprendente y maravilloso que ha creado Hollywood puede convertirse en realidad.