Miquel Ensenyat. | Joan Torres

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El president del Consell, Miquel Ensenyat (Més) se está convirtiendo en un valor en alza en el seno de la izquierda balear. Tal vez demasiado en alza. En pocos meses ha logrado un éxito extraordinario: cohesionar a toda la izquierda que gobierna la institución insular. Més, PSIB y Podemos son una sólida piña, un ejemplo de como deben avanzar formaciones de izquierdas aliadas compartiendo objetivos comunes. El mérito de conseguirlo es de Ensenyat, que está demostrando una empatía y capacidad de liderazgo que incluso le puede generar celos dentro de su propia formación. No es extraño tampoco que la oposición del PP y el PI en el Consell le hayan atacado con dureza en el debate de política general. En una tierra como Mallorca, donde la mediocridad es norma, la talla de líder de un político se mide por las embestidas que reside fuera de sus propias filas y el vacío que siente entre parte de los teóricamente suyos.

El impecable funcionamiento del pacto de izquierdas en el Consell contrasta con las disfunciones, enfrentamientos y penurias que se viven en el Parlament a causa de Podemos, hecho que afecta de manera importante al funcionamiento del Govern. En la Cámara, PSIB y Més no se entienden con los chicos y chicas de Jarabo. Muchas cuestiones importantes se sacan medio adelante después de estirones impropios de una capacidad de racionamiento dialéctica y de dominio de las contradicciones para conducirlas hacia el campo del beneficio común y el interés general. La ecotasa y sus peleas es una buena prueba de ello.

Mientras Més, PSIB y Podemos son uña y carne en el Consell. La empatía de Ensenyat con el vicepresident podemita Jesús Jurado es digna de ser impresa en un manual de teoría política de alianzas. Cada uno expresa su posicionamiento, exponen sus diferentes visiones con lealtad y mirada hacia el futuro y llegan, por tanto, a posturas sintéticas con facilidad e inteligencia. También los socialistas del Consell están conjugando capacidad de trabajo con habilidad estratégica y pragmatismo. Hay talla política de verdad, algo que acontece raras veces en Mallorca, donde casi siempre acaban mandando intereses y capillitas. El resultado es que la institución insular le está dando una lección al Govern de capacidad de conversión de la teoría en práctica. Mientras, en algunas Consellerias del Govern dominan los dimes, los diretes, las puñetas y las puñetitas, con Podemos ejerciendo de perro de presa en las decisiones más importantes.

El problema del Consell es que no encuentra en las otras instituciones ¡gobernadas por los mismos partidos! la comprensión y afecto que siempre debería generar la capacidad de empatía y liderazgo. Una prueba es el edificio de Gesa, propiedad de Cort. Ensenyat le pidió a la izquierda municipal poder acceder a este edificio para trasladar allí a sus funcionarios y convertir su edificio neogótico central de la calle Palau Reial en un museo, exhibiendo su rica pinacoteca, mal conocida por los ciudadanos y mucho menos por los turistas de un cada vez más cotizado Casc Antic. Ensenyat cosechó un no rotundo de Cort, tanto por parte del alcalde socialista como por el futuro alcalde de Més, Antoni Noguera. No se avinieron a razones. No escucharon. El Consolat también calló cuando lo que está en juego es el futuro de la fachada marítima en su conjunto; Palau de Congresos, hotel, edificio de Gesa y un boulevard que enlace toda la zona con el Parc de la Mar. Era la oportunidad histórica de unir a toda la izquierda de las diferentes instituciones en un gran objetivo común...tras el cual hubieran podido venir otros.

Pero dejan a Ensenyat solo. Creen que hace política de imagen. No comprenden que esta es la base del liderazgo en una democracia, con los dirigentes convertidos en espejo y corazón de la ciudadanía.

Los problemas que pueda tener Miquel Ensenyat en el futuro son directamente proporcionales a su empuje, capacidad de entendimiento y valor para unir a la izquierda en vez de parcelar el poder desde las dudas, la mediocridad y la pereza intelectual que nubla la creación de una voluntad común entre los ciudadanos y sus representantes. Para eso les votaron.