Albert Rivera, durante su mitin de este viernes en Palma. | Jaume Morey

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Todos coinciden: políticos, expertos demoscópicos, medios de comunicación y hasta especialistas en campañas electorales. Jamás se había vivido en España un panorama tan incierto como el actual. Todo apunta al hundimiento del bipartidismo y a la entrada en la era de los pactos. El equilibrio bipartidista de la transición parece que se va al traste. Pero «mucha gente votará con incertidumbre» porque «no está claro que tipo de pactos saldrá después de que hablen las urnas. Ni PSOE ni Ciudadanos dejan claro cuáles son sus preferencias y eso crea incertidumbre», se afirma en ambientes políticos.

Por contra, los que elijan votar PP o Podemos ya tienen mucho más claro qué harán sus opciones preferidas. Expertos electorales indican que Sánchez o Rivera «podrían pagar al final su indefinición». Un votante de izquierdas que entregue su confianza al PSOE «no sabe si luego este partido llegará a un acuerdo de Gobierno con Ciudadanos. Y eso no le gusta». Lo mismo le ocurre a un votante del PP que decide pasarse a Ciudadanos: «Si al final ve un acuerdo con Sánchez-Rivera se sentirá, tal vez, timado».

Por eso «lo fundamental es ser el partido más votado. Quien lo logre lo tiene prácticamente todo ganado aunque sufra un bajón espectacular respecto al 2011», afirman en el PP, convencidos de que Rivera no tendrá otro remedio que pactar con ellos si eso se produce.

De hecho, hacia ahí apuntan las encuestas. En el PSOE hay mucha preocupación. Fuentes del PSIB indican que «las elecciones catalanas supusieron un duro golpe para el PSC, que perdió grandes apoyos en el antiguo cinturón rojo en favor de Albert Rivera». Si este proceso se reprodujese el 20-D la debilidad socialista ante Ciudadanos podría suponer que el PP se mantuviese en el poder.

En principio, la posibilidad de un Gobierno PSOE-Ciudadanos parece lejana «por muchos votos de izquierdas que se recuenten», ya que «el electorado detecta a unos dirigentes socialistas poco proclives a esta posibilidad». En consecuencia, el electorado acudirá a las urnas despistado «a no ser que en los últimos días de la campaña se produzca un milagro y haya clarificación de posturas por parte PSOE y Ciudadanos».