Sonia Fernández-Vidal y el rector de la UIB, Llorenç Huguet, poco antes de comenzar la conferencia. | Jaume Morey

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«Quién sabe si un día tendremos un Dlorean, el coche de Regreso al futuro, aparcado en nuestro garaje para viajar en el tiempo, o si nuestros nietos podrán disfrutar de capas de invisibilidad?», todo esto que ahora parece imposible puede un día no serlo. Así de entusiasta se mostró Sonia Fernández-Vidal, doctora en Información y Óptica Cuántica y divulgadora científica, que ayer impartió la conferencia ‘¿Quién dijo imposible? Ciencia sin límites' en el Club Ultima Hora, con la que adentró a los asistentes «en el fascinante mundo de la física cuántica»

La joven investigadora recordó cómo el mundo se rigió por la física clásica, mecanicista y determinista hasta principio del siglo XX, cuando la irrupción de la teoría cuántica supuso «un cambio total de paradigma», que aún no ha dejado de sorprendernos.

Arthur C. Clarke, explicó, ya dijo que «cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia», «lo cual siempre me lleva a pensar en las historias de Julio Verne, muchas convertidas en realidad, o en Martin Cooper, un fanático de la serie Star Trek que viendo un día a uno de los personajes con un dispositivo de comunicación sin cables se dijo a sí mismo: yo quiero construir uno de esos. Y en 1973 hizo la primera llamada con el primer teléfono móvil».
«Cuando veo lo que la ciencia ha acabado consiguiendo me imagino que lo más maravilloso está por llegar», declaró.
Con la física cuántica, apuntó, «empezó una crisis en el mundo de los científicos que por primera vez se realizaron la pregunta de qué es la realidad».

Pero, ¿qué pasó para que los científicos se hicieran esa pregunta? «Lo que ocurrió fue el estudio de la esencia de la materia, que supuso el descubrimiento de la partículas fundamentales –explicó–, las más pequeñas que se conocen hasta el momento, los quarks y electrones, que se comportan de forma extraordinaria, casi mágica, pues pueden atravesar paredes, estar en dos sitios a la vez o teleportarse». Todo lo que vemos a nuestro alrededor estar formado por ellas, aseguró, que conforman los protones y neutrones del núcleo del átomo. Y aportó un dato increíble: el 99,99999 % del átomo es vacío, «por lo que si cogiéramos a toda la humanidad y juntáramos sus quarks y electrones, todos cabríamos en un solo terrón de azúcar».

«El cambio de paradigma obligó a la ciencia a cuestionarse la realidad», porque, advirtió, «nuestros sentidos nos engañan» y «nuestro cerebro es una máquina tan maravillosa como obediente». Y la física cuántica es un desafío constante para nosotros. Para explicarlo se adentró en principios fundamentales de la cuática, como el de la dualidad onda-partícula de la luz o el de superposición, según el cual todas las posibilidades coexisten simultáneamente y sólo al observarla se define la realidad.