La Revetla de Sant Sebastià ha comenzado con la tradicional 'ballada de gegants' en la Plaça Major de Palma. | Teresa Ayuga

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La fiesta de Sant Sebastià, en Palma, estuvo pasada por agua. Cesó la lluvia poco antes de que el Drac de na Coca prendiera fuego a la hoguera de la Plaça Major, que era poco menos que dar el sus a la fiesta, y comenzó a llover de nuevo poco antes de las nueve de la noche, y a partir de ahí no paró. ¡Mala suerte! Cort estimó en 19.000 las personas que participaron de la fiesta, cuando en 2013 la cifra subió hasta los 30.000. La meteorología tuvo gran parte de culpa pero el cartel musical de la noche tampoco funcionó de reclamo suficiente.

A partir de ahí, la gente comenzó a desfilar hacia sus casas o a refugiarse debajo de los balcones que pillaban. Daba pena ver algunas plazas en las que había actuación de cantantes o grupos con cincuenta personas de público debajo de los paraguas y otras tantas refugiadas como podían en portales o debajo de las marquesinas.

El aborto y la bandera

La lluvia hizo que se quedaran en Cort los Gegants –en Tòfol i na Francina–, no así algunos personajes de las rondalles, como en Pere sense por, n’Esperdenyeta, es Jai, sa Fada, es Moix y sa Rateta, además del Drac de na Coca, que dándose un paseo se acercaron a la Plaça Major, a esperar al alcalde, que llegó poco después con algunos concejales –Esperanza Crespí, Guillermo Navarro, Joan Pau Reus– y miembros de la oposición.

De camino hacia la Plaça Major, un grupo bastante numeroso de manifestantes lanzaban gritos en contra de la reforma del aborto y de la Conferencia Episcopal, a esta al son de la canción Cuando los ángeles van de paseo, con la que la mandaban poco menos que a los infiernos. Y en la misma plaza, poco antes de encender la hoguera, aparecieron varias cuatribarradas, que algunos abuchearon, «pues ni es el lugar ni el momento», les replicaban.

Una de estas banderas estuvo a punto de saltar por los aires empujada por uno de los allí presentes, no porque tuviera nada en contra de ella, sino porque le quitaba visibilidad. Mateu Isern, preguntado por estas banderas, dijo también que no era el lugar, pues es la fiesta de los palmesanos, «a los que felicito y deseo que pasen una gran noche».

La dichosa lluvia

Sobre las nueve de la noche, como hemos dicho, regresó la lluvia, y con ella los paraguas, lo cual restó ambiente, pues las plazas, otros años en las que no cabía nadie más, estaban más desangeladas que otra cosa. Pese a ello, a la lluvia, donde más gente se concentró fue en los alrededores de la sede del PP, que según nos contaron había preparado más de 3.000 raciones de pan con botifarrón y bebida para regalar a los asistentes, lo cual se notó.

En cambio, los demás partidos políticos repartidos entre Santa Eulàlia (PSM, IU, Esquerra Republicana), d’en Coll (el PI) y principio del Sindicat (PSOE), cobraban por la comida y la bebida, poco, pero cobraban. En la Plaça d’en Coll, tomada por el PI, como hemos dicho, estaba de gom a gom, con mucha gente.