El espacio del Parlament al que llaman 'bar', ayer por la mañana.

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No hay gin-tonics, ni ninguna bebida con alcohol en el 'bar' del Parlament balear. De hecho, ni siquiera es un bar propiamente dicho. Al menos esa es la precisión que se hace desde la Cámara a este periódico a raíz de la polémica suscitada en redes sociales y tertulias de radio y televisión al trascender los 'precios subvencionados' de la cafetería del Congreso de los Diputados. En el Congreso, un gin-tonic cuesta 3,45 euros y una cerveza, 0,95.

Hace años que no se sirve alcohol en el Parlament balear donde, oficialmente, no se podría vender nada. De hecho, lo que se llama 'bar del Parlament' es, según la información de la Cámara, «un servicio más» para «personal, políticos y periodistas». Sería, precisan, como las máquinas de monedas que dispensan refrescos o 'tentempiés'. No hay bebidas alcohólicas, (tampoco cerveza) ni bocadillos. El 'producto estrella' son las galletes d'Inca , que se sirven en un plato y cortadas por la mitad y aliñadas con aceite. Esa 'ración' cuesta un euro, lo mismo que un refresco o un paquete de magdalenas. Los cafés, cincuenta céntimos. Son los dos únicos precios para todo: o un euro o cincuenta céntimos.

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Sin concesión

El Parlament dejó de servir alcohol hace más de una década. Por dos motivos: por quejas de algunos bares de la zona y por entender que en un 'centro de trabajo' no se podía distribuir alcohol. El bar del Congreso no es un «servicio más», sino una concesión administrativa que incluye al personal que lo gestiona y está abierto al público que acude a la Cámara. El del Parlament funciona de modo voluntarista con personal funcionario no adscrito específicamente.