En primer término, los acusados, María Umbert, Alemany, Matas y, a la derecha, Romero, Martorell y Dulce Linares, que luego fue exculpada. | Pere Bota

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Matas ha superado su primer paso por el banquillo de los acusados. En él se ha quedado frente a sus subordinados, en especial ante Martorell y Rosa Estaràs. Mientras, aguarda una sentencia fundamental para el resto del proceso, en la que se juega hasta ocho años y medio de cárcel.

Tres semanas de sesiones han dejado un panorama claro para tres de los seis acusados: Dulce Linares que fue exculpada y Joan Martorell y Miguel Romero que aceptaron su culpa y se han conformado. El discursista Antonio Alemany salió del juicio peor que entró: de jugarse una pena de cinco años y medio a otra de más siete años. Jaume Matas termina igual que empezó y el papel de María Umbert queda muy reducido: a la firma de una factura de 2.000 euros por la que se enfrenta a una condena de ocho meses de cárcel.

La sentencia de la Sección Primera de la Audiencia Provincial tendrá que decidir entre la versión de Matas, «no sabía cómo se retribuía a Alemany, para esto están mis subordinados» y las de Romero y Martorell. El primero apuntó a que el propio Matas le llamó para decirle que tenía que pagar a Alemany a través del concurso que había ganado. El segundo dejó claro que Matas sabía cómo se pagaba al redactor de los discursos. La declaración del ex director general implica también al principal acusado en el pago de 12.000 euros a Alemany para redactar una serie de publirreportajes que no aparecen por ningún lado y en la manipulación de una subvención a través de la que llegaron 270.000 euros a una empresa de Alemany.
Con todo, antes de responder si fue Matas el inductor de la contratación irregular a Alemany, la sentencia tendrá que decidir si fue un delito o no cómo se pagó al discursista. Las defensas consideran que no hubo un delito de malversación porque los trabajos (los discursos) están hechos. El fiscal cree que sí porque lo que se pagaba, un contrato de consultoría a Nimbus, no se ha realizado. La presidenta de la sala, Margarita Beltrán preguntó a uno de los testigos al respecto: «¿Era como ir a una zapatería para comprar un turismo?».

Durante el juicio, Matas ha estado serio pero tranquilo. En los descansos ha sido habitual verle hablar con abogados, acusados (casi nunca con Linares, Martorell o Romero) o el público. Una vez que rebajó la expectación de los primeros días, lo normal es que llegara en coche con su letrado y que él mismo aparcara para entrar luego a pie. La actitud opuesta ha sido la de Alemany, al borde del exhibicionismo en cada descanso, que dejó frases como: «Me parece que era poco cobrar 4.500 euros al mes».