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Los empresarios dejarán de protestar los lunes contra el botellón si el pleno del Ajuntament de Palma aprueba por unanimidad la ordenanza que debe regular esta práctica, según anunció ayer el presidente de la asociación de Comerciantes e Industriales del Passeig Marítim, Manuel Jiménez. En este sentido, argumentó que es muy importante que la normativa sea consensuada por todas las fuerzas políticas, para que la próxima legislatura también se aplique. Jiménez señaló que en los últimos días se han reunido con las portavoces de los diferentes grupos municipales para pedirles que hagan un esfuerzo y consensúen la ordenanza. «Nos hemos reunido con todos los grupos para pedirles que no hagan política con esta situación», aseveró. Además, añadió que sino se aprueba por unanimidad «habrá que prohibir el consumo de alcohol en la calle».

Jiménez reconoció que para ellos «la ordenanza no es la solución», pero puntualizó que darán un voto de confianza a los políticos, ya que el equipo de gobierno asegura que es una herramienta muy importante. «Confiamos en ellos, pero si nos sentimos engañados las medidas serán más contundentes», aseveró.

Botellón en Cort

Precisamente, el presidente de la asociación de Comerciantes e Industriales del Passeig Marítim realizó estas declaraciones en el botellón en señal de protesta que realizaron ayer en la plaza de Cort. La convocatoria fue menos exitosa que la manifestación de la semana pasada, cuando asistieron unas 400 personas; ayer se calcula que fueron unas 200, aproximadamente. Jiménez señaló que la lluvia podía ser la causante del descenso de manifestantes, pero destacó que se habían sumado más asociaciones, como la Obra Cultural Balear (OCB).

Entre los asistentes al botellón de protesta había muchos trabajadores del Passeig Marítim. Todos ellos coincidían en destacar las molestias que causa el botellón a los turistas, «los clientes se quejan y no vuelven». «No es que esté en contra del botellón , pero no me parece bien lo que viene después: todo está sucio y la gente cuando bebe se transforma», explicaba un trabajador del Passeig Marítim.